En las entradas anteriores, veíamos que Husayn ibn Alí había aprovechado la influencia del Imperio Británico para ser nombrado sherif de La Meca y Medina (1908); luego -en conspiración abiertamente desleal contra el Sultán y Califa, a quien había jurado obediencia- para intentar proclamarse soberano independiente del Hejaz (Febrero de 1914); finalmente, para organizar una rebelión para sustituir el Imperio Turco por su propio Imperio, una vez empezada la Primera Guerra Mundial, presentándose bajas falsas premisas: "el representante de todos los árabes sin excepción" y "capaz de levantar entre 100.000 y 300.000 árabes que sirven en el Ejército Turco, y pueden desertar para combatir al Imperio Otomano".
Sin embargo, Husayn y sus hijos -descendientes directos de la familia Hashemita, parientes del Profeta Muhammad- lo que pretendían en realidad es crear un Imperio Árabe -hereditario, claro- que sustituyese al Imperio Otomano. Negociaron con ambos bandos (británicos y turcos) presentándose siempre como portavoces de "todos los árabes sin excepción" y, al final, se vendieron al mejor postor: los Aliados.
La promesa hashemita de agrupar en sus filas a casi todos los oficiales árabes del Ejército Turco era falsa: un 90% de los árabes continuaron combatiendo a favor de los turcos hasta la desestructuración de sus tropas (Octubre de 1918) mientras Husayn sólo logró reunir un máximo de diez a quince mil combatientes, no más de cinco mil a la vez.
Pese a la romántica propaganda de T. E. Lawrence y los Orientalistas de El Cairo, y el silencio de los diplomáticos de Londres, la "Revuelta Árabe*" fue un fiasco militar y politico sin precedentes: costó millones de libras tomar unas cuantas ciudades (Medina, Aqaba, Ta'if) que podían haberse conquistado con tropas semiprofesionales de la mitad del tamaño y la décima parte del coste que supuso la "Revuelta árabe". Y, desde luego, recurrir a otros sheikhs más sinceros y fieles a sus tratos, como Abdulaziz ibn Saud, sin duda hubiera evitado las falsas acusaciones que, desde entonces, ha tenido que soportar el Imperio Británico y el mundo occidental.
Seguramente la acusación más repetida entre los árabes y sus simpatizantes (incluyendo muchos intelectuales de militancia anticolonialista, y recientemente entre los enemigos del Estado de Israel) fue que los franceses y británicos traicionaron a los Hashemitas (y a Lawrence de Arabia) al prometer un Estado Árabe independiente y, luego, repartirse el botín, mediante un tratado secreto; el acuerdo Sykes-Picot.
Vamos a ver en profundidad las condiciones en que se llegó a firmar este pacto.
Poco tiempo tras el principio de la Gran Guerra, el gobierno ruso zarista propone que los aliados de la Triple Entente se comprometan a no firmar una paz por separado, ni siquiera a entablar negociaciones con ninguna de las potencias enemigas. Los gobiernos francés y británico se muestran de acuerdo, y el 4 Septiembre de 1914 se firma la Declaración de Londres*.
Esto tiene importancia para el tema que nos ocupa, puesto que los árabes del Hejaz formaban parte del Imperio Otomano, y cualquier negociación británica con Husayn vulneraba este acuerdo, a no ser que se informase a sus aliados, y éstos diesen su conformidad. Recordemos la insistencia de McMahon, incluso en lo que sólo eran unos contactos preliminares, en que todo pacto debería pasar por el visto bueno de los franceses (1) (advertencia que los árabes han ignorado olímpicamente a la hora de reclamar el fruto de las "promesas" británicas).
La Correspondencia McMahon-Husayn, en realidad, no constituyó, de ninguna manera, un pacto vinculante, por una serie de razones:
El fin de la Correspondencia McMahon-Husayn no significó el final de los contactos. Los Hashemitas y los británicos de la Oficina Árabe de El Cairo* continuaron negociando (aunque ya sin hablar de fronteras ni territorios) sobre el apoyo del Reino Unido a la sublevación árabe que -creían los diplomáticos británicos- resultaría un golpe definitivo al Imperio Turco. Sin lugar a dudas, los políticos de Londres fueron engañados por la Oficina Árabe de El Cairo (a su vez engañada por Husayn) sobre la influencia y la potencia militar de los Hashemitas en el Mundo Árabe de Oriente Medio. Centenares de miles (seguramente, millones) de Libras Esterlinas, centenares de miles de rifles, municiones, provisiones, forraje, uniformes y tejidos, etc, fueron prometidos a los partidarios del sherif, a cambio de que se sublevaran contra los turcos.
Finalmente, la "Revuelta Árabe" fue proclamada el 5 de Junio de 1916. En realidad, si militarmente fue un fiasco, política y diplomáticamente lo fue más aún, puesto que dejó a los británicos a la altura del betún.
El Imperio Británico, en realidad, no tenía ningún interés en el desmembramiento del Imperio Turco. No en vano dedicó, durante buena parte del siglo XIX, un montón de recursos humanos y materiales (incluyendo la participación en alguna guerra) a defender a los otomanos de la voracidad de otros imperios*, como el ruso y el austríaco.
No lo hacia por bondad de alma, claro, sino por evitar que se produjese una situación similar a la época napoleónica, con un dueño casi absoluto del Continente. Su política consistía en equilibrar las fuerzas de rusos, austriacos, prusianos, franceses, para que Reino Unido, con su flota, siguiese siendo el árbitro del mundo. Además, los británicos habían ido descubriendo antes que otros países que el dominio de los resortes económicos del país, con relaciones amistosas con los potentados nativos -con hijos educados en el Reino Unido- era infinitamente menos gravoso en todos los sentidos que la ocupación militar.(2)
Incluso tras el estallido de la Gran Guerra, los diplomáticos británicos -que, obviamente, querían
ganar la guerra- no deseaban el reparto de Turquía entre los Aliados, sino más bien un Estado Turco recortado en extensión, en poder militar, pero aliado de la Gran Bretaña, de manera que pudiese contrarrestar la ambición de siempre de los zares de dominar los Dardanelos, o incluso de los franceses por ocupar el Oriente Medio.
Pero las ambiguas promesas de McMahon, pese a que no derivaron en la firma de tratados o pactos; pese a que McMahon no llegó a comprometerse en ningún momento con que Husayn o sus hijos serían los dirigentes de ese futuro Estado Árabe; ni se llegó a acuerdos concretos sobre fronteras o territorios incluidos en ese estado, desquiciaron los planes británicos.
La Correspondencia McMahon-Husayn, aunque la había iniciado el propio Sherif por su cuenta, parecía otorgar a los Hashemitas la condición de Portavoz de los árabes opuestos al Imperio Turco. Y en el mundo de la Diplomacia, la impresión que causas al Mundo puede acabar por arrastrarte a un conflicto, una guerra, o un cambio drástico en tu Política Exterior. (3)
En el caso que nos ocupa, Londres estaba obligada a informar a los franceses (y rusos) de cualquier negociación con uno de los países enemigos, a fin de coordinar cualquier esfuerzo de paz. Así, el 21 de Octubre de 1915; un día después de que se autorizara a McMahon a dar respuesta -alentadora pero no comprometedora- al sherif, el Secretario de Estado Grey informó a Paul Cambon, embajador francés en Londres, de la Correspondencia con Husayn, y le invitó a que los dos aliados celebrasen una reunión conjunta para discutir sus intereses comunes en Oriente Medio. Nótese que no se inició una ronda de consultas similar con Rusia, en parte porque la zona de interés rusa no se extendía a los territorios en discusión, pero sobre todo porque la famosa Correspondencia con Husayn era un simple tanteo preliminar, que estaba muy lejos de ser un tratado.
Cambon aceptó y designó como representante francés a François Georges-Picot, antiguo Cónsul General en Beirut, y Primer Secretario de la Embajada francesa en Londres.
Picot era un colonialista convencido, y en sus primeros contactos con la Delegación británicaSir Arthur Nicolson*, a partir del 23 de Noviembre, rechazó absolutamente la idea de que Francia hiciera promesas de independencia a los árabes parecidas a las que había concedido McMahon (o sea, ni hablar de ofrecer la independencia en territorios tutelados por los Aliados). Además, Picot (un coriáceo negociador) pidió pruebas de la supuesta fuerza de Husayn entre los árabes de Oriente Medio y, cuando fue advertido de la posibilidad de un sublevación de las posesiones del Magreb contra Francia, afirmó, sarcásticamente, que las posesiones francesas de África eran más fieles a la Entente que las de Gran Bretaña, y ofreció la ayuda francesa, en caso de necesidad.
encabezada por
Picot (Francia) contraatacó proponiendo un reparto, puro y duro, de los territorios en debate, que adjudicaría a Francia la Gran Siria, con Líbano y Palestina (con la posible excepción de considerar Jerusalén y Belén como Territorios Internacionales) "desde Cilicia, al Norte, hasta la frontera con Egipto, al Sur; y desde el Mediterráneo al Oeste hasta Kirkuk al Este". Como mucho, París le había instruido que podía ofrecer la independencia de la región de Mosul, que, si los británicos estaban dispuestos a hacer lo mismo con los vilayets de Basora y Bagdad, y la península arábiga, conformarían un estado árabe que Francia aceptaría. (4)
En la siguiente ronda de negociaciones (Diciembre de 1915) Picot dulcificó su postura. La campaña de Gallipoli, que unos meses antes parecía estar a punto de sacar de la guerra a los turcos, se había convertido en una clara derrota. De manera que Francia, en su generosidad, estaba dispuesta a conceder que una parte de la Gran Siria interior (esto es, que no incluyera la costa de Siria y Líbano) podría incluirse en la promesa efectuada a Husayn y sus partidarios. La delegación británica no se mostró de acuerdo, y reclamó que el Líbano, aun quedando bajo el mando nominal de los franceses, quedara dentro del territorio prometido al futuro estado árabe.
Por el momento, todos estos territorios no habían sido arrebatados a los turcos: era el famoso "vender la piel del osos antes de cazarlo". En realidad, ingleses y franceses trataban de conseguir la máxima influencia posible en Oriente Medio en caso de una victoria militar, mientras que Husayn intentaba sacar el máximo provecho de la victoria de cualquiera. Los franceses creían que la culpa del endurecimiento de la postura británica se debió a la presencia de Sir Mark Sykes, y se decidió que, para desempantanar las negociaciones, ambos (Sykes y Picot) se reunirían y tratarían de acercar posturas.
Tras unas cortas, pero espesas, negociaciones, el 3 de Enero Sykes y Picot llegaron a un acuerdo inicial en el que Francia y Reino Unido se pusieron de acuerdo en "reconocer y proteger un Estado Árabe independente o una Confederación de Estados Árabes [...] bajo la soberanía de un Jefe Árabe". La zona del futuro Estado Árabe, de Alepo a Rawandiz, y de la frontera Egipcio-Otomana (con el Sinaí bajo gobierno egipcio) a Kuwait, estaba dividida en dos "zonas de influencia": azul (Francia) y roja (Reino Unido) donde cada una de las dos potencias tenía preferencia para realizar tratados comerciales y empréstitos, y proporcionar consejeros y funcionarios "a petición del Estado o Confederación de Estados Árabes".
En las regiones del Imperio Otomano (excluida la península de Anatolia Norte y Oeste, y Tracia, zonas a las que no afectaba este acuerdo, entre otras cosas porque afectaban los intereses rusos) no incluidas en el futuro Estado Árabe, los dos aliados podían establecer zonas de "control directo", lo cual no excluía -como ocurrió - una futura independencia. La zona francesa de control directo se extendía desde Cilicia a la frontera persa, y por el Sur hasta Acre, incluyendo la costa libanesa, siria y galilea. La zona británica de control directo incluía Bagdad y Basora, con la costa Noreste de Arabia (hasta Kuwait) y una salida al Mediterráneo en los puertos de Acre y Haifa.
Palestina Cisjordania (todos los territorios al Oeste del Jordán) quedaba repartida, pues, en tres territorios: la parte del Sur, en Negev, pertenecía al Estado Árabe, bajo influencia británica; Galilea del Norte, quedaría bajo control directo francés; el resto, excepto los enclaves ya citados de Acre y Haifa, quedarían bajo control internacional de los Aliados: se citaba, específicamente, la participación de Husayn y de Rusia.
De hecho, a Rusia se le reservaba el control -directo- sobre Estambul, los Estrechos Turcos, y Armenia; a Italia también se le reservaban territorios en el Dodecaneso, Turquía sur y la costa Egea,
A la mayoría de los miembros de ambas delegaciones (Francia y Gran Bretaña) el pre-acuerdo, en principio, no terminó de gustarles; por un lado porque se trataba de "vender la piel del oso antes de haberlo cazado"; por otro,los ingleses pensaban que los franceses salían beneficiados, mientras que los franceses creían que los británicos se llevaban la mejor parte. Sin embargo, ambos bandos estuvieron de acuerdo en que era importante atraer al bando de los Aliados a Husayn (seguían creyendo que el sherif tenía detrás a "todos los árabes, sin excepción") y también en que Husayn debía ser informado sobre "los límites aproximados del territorio que nosotros [los británicos] y los franceses, proponemos para su Gobierno"(5)
Pese al escepticismo de muchos diplomáticos británicos y franceses, el 4 de Febrero (los británicos) y el 8 de Febrero (los franceses), los respectivos Ministerios de Asuntos Exteriores aceptaron el Pacto; quedaba, pues, someterlo (como era obligatorio por la Declaración de Londres de 1914) a la aprobación de Rusia. Por lo tanto, Sykes y Picot viajaron a San Petersburgo para encontrarse con el Ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergey Sazonov* que, tras la sorpresa inicial (verdadera o fingida) se mostró, en general, de acuerdo con las líneas generales del acuerdo. Aceptó la posibilidad de crear un Estado Árabe, intercionalizando los siempre calientes Santos Lugares de Palestina, e incluso mostró su disposición a permitir una emigración a gran escala de judíos a Palestina. (6)
Aún así, Sazonov introdujo algunas enmiendas en ventaja de su gobierno, que veía inconveniente la
extensión de la zona de influencia de Francia hasta la frontera persa, y consiguió para su país una zona de dominio que incluía la zona del Mar Negro a Mosul. (Ver Mapa) Durante los días siguientes se produjo un intercambio de notas diplomáticas, y se considera el 16 de Mayo de 1916 como la firma definitiva del Acuerdo Sykes-Picot.
Cualquier lector ocasional de la prensa, o libros de divulgación sobre la Primera Guerra Mundial, tendrá la noción del Acuerdo Sykes-Picot como la Traición de las Traiciones, un pacto donde se engaño a los árabes para que dieran lo mejor de si en un combate por su Libertad, mientras que los odiosos colonialistas europeos se repartían el territorio prometido a sus espaldas...
¿A sus espaldas? Veamos este argumento también.
En este caso, con las tribus y familias árabes, que configuraban un panorama fragmentado en mil y una facciones aliadas o rivales, y -seguramente- sospechando ya por entonces la debilidad militar de Husayn, El Cairo temía -probablemente con razón- que si se daban a conocer detalles de las negociaciones con los Hashemitas, y después un acuerdo franco-ruso-británico que (como veremos ahora) no podia ser interpretado de ninguna manera contrario a los intereses del sherif, las consecuencias podrían ser nefastas:
En resumen, los documentos contemporáneos -por no decir el sentido común - desmienten que el Tratado Sykes-Picot fuese j a traición a los sentimientos árabes de independencia y libertad
Sin embargo, Husayn y sus hijos -descendientes directos de la familia Hashemita, parientes del Profeta Muhammad- lo que pretendían en realidad es crear un Imperio Árabe -hereditario, claro- que sustituyese al Imperio Otomano. Negociaron con ambos bandos (británicos y turcos) presentándose siempre como portavoces de "todos los árabes sin excepción" y, al final, se vendieron al mejor postor: los Aliados.
La promesa hashemita de agrupar en sus filas a casi todos los oficiales árabes del Ejército Turco era falsa: un 90% de los árabes continuaron combatiendo a favor de los turcos hasta la desestructuración de sus tropas (Octubre de 1918) mientras Husayn sólo logró reunir un máximo de diez a quince mil combatientes, no más de cinco mil a la vez.
Pese a la romántica propaganda de T. E. Lawrence y los Orientalistas de El Cairo, y el silencio de los diplomáticos de Londres, la "Revuelta Árabe*" fue un fiasco militar y politico sin precedentes: costó millones de libras tomar unas cuantas ciudades (Medina, Aqaba, Ta'if) que podían haberse conquistado con tropas semiprofesionales de la mitad del tamaño y la décima parte del coste que supuso la "Revuelta árabe". Y, desde luego, recurrir a otros sheikhs más sinceros y fieles a sus tratos, como Abdulaziz ibn Saud, sin duda hubiera evitado las falsas acusaciones que, desde entonces, ha tenido que soportar el Imperio Británico y el mundo occidental.
Seguramente la acusación más repetida entre los árabes y sus simpatizantes (incluyendo muchos intelectuales de militancia anticolonialista, y recientemente entre los enemigos del Estado de Israel) fue que los franceses y británicos traicionaron a los Hashemitas (y a Lawrence de Arabia) al prometer un Estado Árabe independiente y, luego, repartirse el botín, mediante un tratado secreto; el acuerdo Sykes-Picot.
Vamos a ver en profundidad las condiciones en que se llegó a firmar este pacto.
Poco tiempo tras el principio de la Gran Guerra, el gobierno ruso zarista propone que los aliados de la Triple Entente se comprometan a no firmar una paz por separado, ni siquiera a entablar negociaciones con ninguna de las potencias enemigas. Los gobiernos francés y británico se muestran de acuerdo, y el 4 Septiembre de 1914 se firma la Declaración de Londres*.
Esto tiene importancia para el tema que nos ocupa, puesto que los árabes del Hejaz formaban parte del Imperio Otomano, y cualquier negociación británica con Husayn vulneraba este acuerdo, a no ser que se informase a sus aliados, y éstos diesen su conformidad. Recordemos la insistencia de McMahon, incluso en lo que sólo eran unos contactos preliminares, en que todo pacto debería pasar por el visto bueno de los franceses (1) (advertencia que los árabes han ignorado olímpicamente a la hora de reclamar el fruto de las "promesas" británicas).
La Correspondencia McMahon-Husayn, en realidad, no constituyó, de ninguna manera, un pacto vinculante, por una serie de razones:
- Nunca se firmó ningún tratado entre el Imperio Británico y el soberano del Hejaz, como sí se hizo con otros sheikhs árabes, como Abdulaziz Ibn Saud del Nejd* (1915); Mubarak al-Sabah de Kuwait * (1914), o con Muhammad ibn Ali al-Idrisi de Asir* (Mayo, 1915),
- Para ser válido un acuerdo de estas características, debiera haber sido refrendado por el Parlamento británico y firmado por la Corona.
- Este supuesto pacto -que nunca ocurrió- hubiera sido ilegal por faltar a los compromisos -esos sí, refrendados por el Parlamento- con los gobiernos ruso, francés, y los sheikhs citados antes.
- De entrada, si alguien estaba entrando en negociaciones con premisas falsas, era el sherif de La Meca y Medina, que decía ser el portavoz de "todos los árabes, sin excepción" y ser capaz de levantar entre cien y trescientos mil árabes en armas contra los turcos, y la casi totalidad de los oficiales árabes del Ejercito turco. Todo ello era una patraña.
- McMahon tampoco decía la verdad (posiblemente porque creía estar en una etapa de "tanteo") cuando decía estar autorizado por su Gobierno para hablar de fronteras; no era cierto, y sus superiores sólo le habían autorizado a prometer armas, municiones, provisiones, y dinero, siempre que el sherif fuese capaz de cumplir sus ofrecimientos -lo que, como hemos visto, estaba muy lejos de ser cierto- y le habían prohibido expresamente tratar de fronteras y territorios.
- La Correspondencia acabó, abruptamente, en Marzo de 1916, sin llegar a ningún acuerdo concreto, como no podía ser de otra manera: McMahon insistiendo en que no podía ofrecer, para el futuro Estado Árabe, ningún territorio que no fuera "puramente árabe" y que, además, necesitaba el acuerdo de Francia; Husayn, posiblemente, cortó la comunicación viendo que no podría sacar nada más.
Sir Henry McMahon |
Finalmente, la "Revuelta Árabe" fue proclamada el 5 de Junio de 1916. En realidad, si militarmente fue un fiasco, política y diplomáticamente lo fue más aún, puesto que dejó a los británicos a la altura del betún.
El Imperio Británico, en realidad, no tenía ningún interés en el desmembramiento del Imperio Turco. No en vano dedicó, durante buena parte del siglo XIX, un montón de recursos humanos y materiales (incluyendo la participación en alguna guerra) a defender a los otomanos de la voracidad de otros imperios*, como el ruso y el austríaco.
No lo hacia por bondad de alma, claro, sino por evitar que se produjese una situación similar a la época napoleónica, con un dueño casi absoluto del Continente. Su política consistía en equilibrar las fuerzas de rusos, austriacos, prusianos, franceses, para que Reino Unido, con su flota, siguiese siendo el árbitro del mundo. Además, los británicos habían ido descubriendo antes que otros países que el dominio de los resortes económicos del país, con relaciones amistosas con los potentados nativos -con hijos educados en el Reino Unido- era infinitamente menos gravoso en todos los sentidos que la ocupación militar.(2)
Incluso tras el estallido de la Gran Guerra, los diplomáticos británicos -que, obviamente, querían
Faysal, que encabezó la "Revuelta Árabe" pese a sus pocas dotes militares |
Pero las ambiguas promesas de McMahon, pese a que no derivaron en la firma de tratados o pactos; pese a que McMahon no llegó a comprometerse en ningún momento con que Husayn o sus hijos serían los dirigentes de ese futuro Estado Árabe; ni se llegó a acuerdos concretos sobre fronteras o territorios incluidos en ese estado, desquiciaron los planes británicos.
La Correspondencia McMahon-Husayn, aunque la había iniciado el propio Sherif por su cuenta, parecía otorgar a los Hashemitas la condición de Portavoz de los árabes opuestos al Imperio Turco. Y en el mundo de la Diplomacia, la impresión que causas al Mundo puede acabar por arrastrarte a un conflicto, una guerra, o un cambio drástico en tu Política Exterior. (3)
En el caso que nos ocupa, Londres estaba obligada a informar a los franceses (y rusos) de cualquier negociación con uno de los países enemigos, a fin de coordinar cualquier esfuerzo de paz. Así, el 21 de Octubre de 1915; un día después de que se autorizara a McMahon a dar respuesta -alentadora pero no comprometedora- al sherif, el Secretario de Estado Grey informó a Paul Cambon, embajador francés en Londres, de la Correspondencia con Husayn, y le invitó a que los dos aliados celebrasen una reunión conjunta para discutir sus intereses comunes en Oriente Medio. Nótese que no se inició una ronda de consultas similar con Rusia, en parte porque la zona de interés rusa no se extendía a los territorios en discusión, pero sobre todo porque la famosa Correspondencia con Husayn era un simple tanteo preliminar, que estaba muy lejos de ser un tratado.
Cambon aceptó y designó como representante francés a François Georges-Picot, antiguo Cónsul General en Beirut, y Primer Secretario de la Embajada francesa en Londres.
Picot era un colonialista convencido, y en sus primeros contactos con la Delegación británicaSir Arthur Nicolson*, a partir del 23 de Noviembre, rechazó absolutamente la idea de que Francia hiciera promesas de independencia a los árabes parecidas a las que había concedido McMahon (o sea, ni hablar de ofrecer la independencia en territorios tutelados por los Aliados). Además, Picot (un coriáceo negociador) pidió pruebas de la supuesta fuerza de Husayn entre los árabes de Oriente Medio y, cuando fue advertido de la posibilidad de un sublevación de las posesiones del Magreb contra Francia, afirmó, sarcásticamente, que las posesiones francesas de África eran más fieles a la Entente que las de Gran Bretaña, y ofreció la ayuda francesa, en caso de necesidad.
François Picot |
Picot (Francia) contraatacó proponiendo un reparto, puro y duro, de los territorios en debate, que adjudicaría a Francia la Gran Siria, con Líbano y Palestina (con la posible excepción de considerar Jerusalén y Belén como Territorios Internacionales) "desde Cilicia, al Norte, hasta la frontera con Egipto, al Sur; y desde el Mediterráneo al Oeste hasta Kirkuk al Este". Como mucho, París le había instruido que podía ofrecer la independencia de la región de Mosul, que, si los británicos estaban dispuestos a hacer lo mismo con los vilayets de Basora y Bagdad, y la península arábiga, conformarían un estado árabe que Francia aceptaría. (4)
En la siguiente ronda de negociaciones (Diciembre de 1915) Picot dulcificó su postura. La campaña de Gallipoli, que unos meses antes parecía estar a punto de sacar de la guerra a los turcos, se había convertido en una clara derrota. De manera que Francia, en su generosidad, estaba dispuesta a conceder que una parte de la Gran Siria interior (esto es, que no incluyera la costa de Siria y Líbano) podría incluirse en la promesa efectuada a Husayn y sus partidarios. La delegación británica no se mostró de acuerdo, y reclamó que el Líbano, aun quedando bajo el mando nominal de los franceses, quedara dentro del territorio prometido al futuro estado árabe.
Mark Sykes |
Tras unas cortas, pero espesas, negociaciones, el 3 de Enero Sykes y Picot llegaron a un acuerdo inicial en el que Francia y Reino Unido se pusieron de acuerdo en "reconocer y proteger un Estado Árabe independente o una Confederación de Estados Árabes [...] bajo la soberanía de un Jefe Árabe". La zona del futuro Estado Árabe, de Alepo a Rawandiz, y de la frontera Egipcio-Otomana (con el Sinaí bajo gobierno egipcio) a Kuwait, estaba dividida en dos "zonas de influencia": azul (Francia) y roja (Reino Unido) donde cada una de las dos potencias tenía preferencia para realizar tratados comerciales y empréstitos, y proporcionar consejeros y funcionarios "a petición del Estado o Confederación de Estados Árabes".
En las regiones del Imperio Otomano (excluida la península de Anatolia Norte y Oeste, y Tracia, zonas a las que no afectaba este acuerdo, entre otras cosas porque afectaban los intereses rusos) no incluidas en el futuro Estado Árabe, los dos aliados podían establecer zonas de "control directo", lo cual no excluía -como ocurrió - una futura independencia. La zona francesa de control directo se extendía desde Cilicia a la frontera persa, y por el Sur hasta Acre, incluyendo la costa libanesa, siria y galilea. La zona británica de control directo incluía Bagdad y Basora, con la costa Noreste de Arabia (hasta Kuwait) y una salida al Mediterráneo en los puertos de Acre y Haifa.
Palestina Cisjordania (todos los territorios al Oeste del Jordán) quedaba repartida, pues, en tres territorios: la parte del Sur, en Negev, pertenecía al Estado Árabe, bajo influencia británica; Galilea del Norte, quedaría bajo control directo francés; el resto, excepto los enclaves ya citados de Acre y Haifa, quedarían bajo control internacional de los Aliados: se citaba, específicamente, la participación de Husayn y de Rusia.
De hecho, a Rusia se le reservaba el control -directo- sobre Estambul, los Estrechos Turcos, y Armenia; a Italia también se le reservaban territorios en el Dodecaneso, Turquía sur y la costa Egea,
A la mayoría de los miembros de ambas delegaciones (Francia y Gran Bretaña) el pre-acuerdo, en principio, no terminó de gustarles; por un lado porque se trataba de "vender la piel del oso antes de haberlo cazado"; por otro,los ingleses pensaban que los franceses salían beneficiados, mientras que los franceses creían que los británicos se llevaban la mejor parte. Sin embargo, ambos bandos estuvieron de acuerdo en que era importante atraer al bando de los Aliados a Husayn (seguían creyendo que el sherif tenía detrás a "todos los árabes, sin excepción") y también en que Husayn debía ser informado sobre "los límites aproximados del territorio que nosotros [los británicos] y los franceses, proponemos para su Gobierno"(5)
Pese al escepticismo de muchos diplomáticos británicos y franceses, el 4 de Febrero (los británicos) y el 8 de Febrero (los franceses), los respectivos Ministerios de Asuntos Exteriores aceptaron el Pacto; quedaba, pues, someterlo (como era obligatorio por la Declaración de Londres de 1914) a la aprobación de Rusia. Por lo tanto, Sykes y Picot viajaron a San Petersburgo para encontrarse con el Ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergey Sazonov* que, tras la sorpresa inicial (verdadera o fingida) se mostró, en general, de acuerdo con las líneas generales del acuerdo. Aceptó la posibilidad de crear un Estado Árabe, intercionalizando los siempre calientes Santos Lugares de Palestina, e incluso mostró su disposición a permitir una emigración a gran escala de judíos a Palestina. (6)
Aún así, Sazonov introdujo algunas enmiendas en ventaja de su gobierno, que veía inconveniente la
Reparto de las zonas de control e influencia tras la derrota turca... si se produjese. |
Cualquier lector ocasional de la prensa, o libros de divulgación sobre la Primera Guerra Mundial, tendrá la noción del Acuerdo Sykes-Picot como la Traición de las Traiciones, un pacto donde se engaño a los árabes para que dieran lo mejor de si en un combate por su Libertad, mientras que los odiosos colonialistas europeos se repartían el territorio prometido a sus espaldas...
¿A sus espaldas? Veamos este argumento también.
- La Correspondencia McMahon-Husayn se compone de diez cartas (cinco por cada interlocutor) entre el 14 de Julio de 1915 y el 10 de Marzo de 1916. El intercambio lo inicia Husayn, sherif de La Meca y Medina, e igualmente es él quien, al no responder a la última carta de McMahon, da por concluida la correspondencia oficial, sin llegar a formalizar un Tratado (como sí lo habían hecho los contactos con otros sheikhs árabes; por otro lado, los tratos con Husayn no fueron aprobados en el Parlamento Británico, ni se siguieron conversaciones con experto militares, económicos, etc)
- Si alguien dio argumentos falsos, fue el propio Husayn, quien se proclamó "representante de todos los árabes, sin ninguna excepción" y prometió cosas que, ni podía cumplir, ni cumplió (que un 90% de los oficiales árabes del Ejército Turco se pasaría a sus filas, o que levantaría de 100.000 a 300.000 hombres en armas, cuando apenas reunió a 15.000) para luego mendigar incesantemente apoyo británico, en armas, artillería, apoyo naval, suministros, alimentos, y... sobre todo dinero, que sirvió para sobornar tribus beduinas a precio de oro, y llenar las arcas Hashemitas. De haber sospechado Londres cómo los Hashemitas y el círculo de El Cairo inflaban sus fuerzas, posiblemente hubieran acabado de un plumazo con todas las ilusiones de Husayn. El propio McMahon debió darse cuenta de su paso en falso, y en las últimas cartas pide, casi desesperadamente, que Husayn se esfuerce en añadir a "todo el Mundo Arabe" tras sus filas, y se niega a prometer ningún territorio que no sea "puramente árabe", y hace la salvedad de que todo han de aprobarlo sus aliados.
- Si alguien debiera tener alguna queja contra los británicos, deberían ser los rusos y franceses, por incumplir la Declaración de Londres, al entablar contactos con una tercera facción, por entonces súbditos del Imperio Otomano, y hacerles promesas -por vagas que fueran- en un territorio estratégicamente vital para los aliados. La retórica anticolonialista post-Primera-Guerra-Mundial sobre el principio del nacionalismo y los 14 puntos de Wilson suena a hueco cuando lo aplicamos a los Hashemitas. Nadie había nombrado como Portavoz del Mundo Arabe al sherif, salvo él mismo y sus voceros, en primer lugar, y luego el Gabinete Árabe de El Cairo que decidieron construir un caballo ganador de un loser cuando vieron el fiasco en que se habían metido. Husayn y sus hijos, como hemos visto, lejos de buscar la Libertad para su pueblo, buscaron la construcción de un Imperio Árabe bajo su mando, y para ello negociaron con uno y otro bando hasta entrado 1918. Por último, antes de sacar a relucir viejas consignas antiimperialismo, deberíamos recordar que rusos, británicos, serbios, rusos, etc... luchaban por su existencia contra los Imperios Centrales mientras los partidarios de Husayn negociaban -sin derramar una gota de sangre- a ver cuál de los dos bandos le prometía más.
- Así, pues, la intención de Gran Bretaña al entablar conversaciones con Francia -lo que llegaría a ser el Acuerdo Sykes-Picot - no fue la de echarse atrás sobre sus acuerdos con Husayn. No se había llegado a ningún acuerdo firme con Husayn. Y, como McMahon testarudamente insiste "no se llegará a ningún acuerdo que perjudique a nuestros aliados, los franceses". O sea que, como se había tratado en 1914, Reino Unido informa a Francia de los contactos, las medio-promesas británicas a Husayn, y la única diferencia a consignar tras las negociaciones es que la potencia protectora del futuro Estado Árabe han pasado a ser dos: Francia y Reino Unido. Reseñemos que Reino Unido, que se lleva todas las broncas, fue quien defendió su postura pro-Husayn de una mucho más colonialista Francia.
- Es cierto que el Gabinete de El Cairo pidió a Londres ocultar temporalmente estas negociaciones del conocimiento de Husayn y otros árabes aliados a la Entente, pero ello no tiene que ver con un intento de traición al Mundo Árabe(7).
En este caso, con las tribus y familias árabes, que configuraban un panorama fragmentado en mil y una facciones aliadas o rivales, y -seguramente- sospechando ya por entonces la debilidad militar de Husayn, El Cairo temía -probablemente con razón- que si se daban a conocer detalles de las negociaciones con los Hashemitas, y después un acuerdo franco-ruso-británico que (como veremos ahora) no podia ser interpretado de ninguna manera contrario a los intereses del sherif, las consecuencias podrían ser nefastas:
- Defección de los aliados árabes del Reino Unido, sintiéndose lógicamente agraviados por los tratos con Husayn y por la promesa, por ambigua que fuera, de un Estado Árabe para su familia.
- Levantamientos generalizados entre los súbditos musulmanes no árabes, y aún árabes extraños a las intrigas del Oriente Medio, de los Imperios británico y francés: en la India, Afganistán, Magreb, Sudán, etc, los musulmanes vieron con horror, en su gran mayoría, la postura del sherif contra su Califa; y lo que es más, apoyándose en los infieles.
- Por otro lado, el conocimiento de estos manejos, tanto del acuerdo Sykes-Picot como de la Correspondencia McMahon-Husayn, por parte de algo más que del círculo de participación restringido a los contactos, supondría un riesgo evidente para todos los participantes: los Imperios Centrales, advertidos, podrían haber puesto en marcha eficaces medidas diplomaticas (avisar al resto de líderes árabes aliados de los britanicos sobre lo que tramaba Husayn, buscando su defección, o elevar la apuesta de las promesas hechas a los hashemitas, por ejemplo); o militares (lanzar un ataque sobre los territorios del sherif, en un momento en que ni británicos, ni franceses, ni rusos, empeñados en una lucha feroz en Europa, podían enviar tropas en su ayuda).
En resumen, los documentos contemporáneos -por no decir el sentido común - desmienten que el Tratado Sykes-Picot fuese j a traición a los sentimientos árabes de independencia y libertad
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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
***Enlaces en otros idiomas
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- Lógicamente, debería haber nombrado también al gobierno ruso pero, como veremos, los intereses rusos no afectaban para nada al posible Estado Árabe. Sin duda McMahon no creyó necesario -sobre todo en lo que, según creía, era un contacto preliminar- incluir una tercera parte en la discusión.
- Como descubrieron los franceses cuando fueron expulsados de todos los países colonizados de África o Asia, pese a su superioridad militar, los italianos (cuya aventura africana fue absolutamente ruinosa) o incluso -salvando las distancias- los españoles, cuya retirada de Guinea y de Sáhara Occidental fue absolutamente ignominiosa.
- Podríamos citar centenares de ejemplos pero, por no apartarnos del asunto que trata este blog, recordemos que Truman, personalmente partidario de la Partición de Palestina, tras una reunión con los representantes del Departamento de Estado de EEUU, había decidido aceptar sus consejos y dejar de apoyar la Partición; reservándose el derecho, sin embargo, de decidir el momento de anunciarlo al mundo. Sin embargo, el Departamento de Estado, temiendo un nuevo cambio de opinión -como en realidad ocurrió - se apresuró a presentar en público, ante las Naciones Unidas, un nuevo Plan de Tutela* que, en la practica, enterraba al futuro Estado Judío. Truman no pudo contradecir a su representante en la ONU* y, oficialmente, dejó de apoyar la Partición.
- Y que, evidentemente, Gran Bretaña no aceptaría. Se trataba de una propuesta en que el Reino Unido tenía muchísimo que perder, y los franceses lo sabían. Desde el punto de vista objetivo según los estándares actuales de la opinión pública, los ingleses, en realidad, defendían una postura mucho menos imperialista que los franceses. Sin embargo, en realidad, los franceses no dejaban de tener razón cuando afirmaban que ningún líder árabe estaba capacitado para dirigir la Gran Siria sin que estallaran graves revueltas en toda la zona... como se vio posteriormente
- General de Brigada Sir Georges Macdonough a Sir Arthur Nicolson (Macdonough to Nicolson, 6 January 1915, FO 371/2767/3851)
- Puede que fuese para librarse de los molestos judíos rusos, a los que el Gobierno zarista veía como fuente de subversión (erróneamente: la sobrerepresentación de los judios entre los comunistas se debía a la mayor alfabetización de los judíos, cuyas familias enseñaban a leer y escribir a todos sus miembros, para conocer las Escrituras, y a que los revolucionarios no les discriminaban de sus filas). Pero el caso es que, curiosamente, Sazonov trajo a colación un punto (los judíos) que ni se citaba en el Acuerdo Sykes-Picot. Por mucho que se diga que el Acuerdo anglo-francés (sus enemigos olvidan sospechosamente a los rusos) fue inspirado por la Judería mundial... ni siquiera se acordaron de los judíos.
- Además de recordar -una vez más- que Husayn habia partido de premisas falsas en su negociación con McMahon; y que los Hashemitas negociaron con los turcos y amenazaron con pasarse al otro bando para lograr más ventajas, en todo caso la Correspondencia Mc-Mahon-Husayn debería ajustarse a las obligaciones contraídas por los británicos en la Declaración de París, y no al revés.
- Quien lea con imparcialidad los "Diarios" del Conde Galeazzo Ciano, no podrá sino asombrarse de que se culpe a los alemanes de deslealtad con sus ¿aliados? italianos, cuando lee que el circulo de diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, así como los cortesanos de la Casa Real, suministraron a los británicos información precisa sobre los movimientos de los ejércitos y flota alemana, casi en tiempo real.
- "Parpadeante","intermitente" que le hacía "emitir señales como un farol de la Navy". Humor de la Marina...
- McMahon al Foreign Office, 371/2768/84855. Observen la diferencia entre "acuerdos firmados" y "seguridades", muy reveladora.
- Se refería a: a) La carta de McMahon a Husayn, del 24 de Octubre de 1915, que ya hemos estudiado; b) El propio Acuerdo Sykes-Picot; c) La carta a los "Siete Sirios de El Cairo" - por siete activistas sirios exiliados en El Cairo- del 11 de Junio de 1917, que prometía la independencia de los países arabes que fueran independientes antes de la Gran Guerra o que se liberaran por sí mismos; y d) La Declaración anglofrancesa de 1918 que mostraba la disposicion de ambos firmantes a establecer gobiernos nacionales en Siria y Mesopotamia. No vamos a discutir a Lawrence, pero desde luego, los Documentos III y IV -como mínimo- contradicen la idea de Lawrence de que a Husayn se le prometió un Imperio árabe.
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