viernes, 4 de agosto de 2017

LA POLÍTICA BRITÁNICA EN ORIENTE MEDIO Y LA DECLARACIÓN BALFOUR (II): LA DECLARACIÓN

Veíamos, en la entrada anterior, cómo la política inglesa, durante el siglo XIX, se orientó a evitar que cualquier potencia europea terrestre (o sea, distinta de ellos: Francia, Rusia, Austria, Alemania, etc) gobernase la política europea -y, por entonces mundial- de manera que la Gran Bretaña, con su dominio de los mares, resultase favorecida.

Lo mismo sucedió con el Oriente Medio; tras apoyar al desfalleciente Imperio Turco contra las ambiciones del Imperio Ruso, o las tensiones nacionalistas egipcias*, al llegar la Primera Guerra Mundial intentaron que los turcos no entraran en la guerra y, posteriormente (creyendo falsamente que los otomanos habían sido engañados para entrar en la guerra) apostaron (hasta 1915-1916) por un modelo descentralizado del Imperio Turco* con menos poder, pero que controlara el Oriente Medio como aliado de los occidentales.

Todo cambió, como ya se ha comentado en entradas anteriores, con las ambiciones de la familia Hashemita (Custodios de La Meca y Medina) con el patriarca Husayn Ibn-Ali a la cabeza, y la huida hacia adelante del Gabinete de El Cairo, que obligó a Londres a seguir una dirección que no estaba contemplada: la de sustituir el Imperio Turco por una versión menor, la de un Imperio Árabe en manos de los ambiciosos Hashemitas.

En verano de 1917, pese a todas las declaraciones poéticas y románticas posteriores sobre la "Gran Revuelta Árabe", los británicos saben que Husayn y sus seguidores, militarmente, han resultado un fiasco sin precedentes; los EEUU de Norteamérica han entrado en guerra en Abril, pero no podrán lanzar su potencia militar y económica antes de bien entrado el 1918; la Revolución Rusa ha derrocado al Zar; el Gobierno Provisional de Kèrenski, continúa la guerra, pero la situación rusa es muy inestable y, de triunfar los bolcheviques (como ocurrirá), puede ocurrir que Rusia (y el mayor ejército del mundo) salga de la guerra.

En estos momentos tan complicados, donde cualquier cambio de alianza puede traer el mayor triunfo, o una hecatombe, se gesta la Declaración llamada Balfour.
El 2 de Noviembre de 1917, el ministro de Asuntos Exteriores británico Arthur James Balfour dirige una nota al barón Lionel Walter Rothschild -un multimillonario y excéntrico banquero judío, amigo personal de Chaim Weizmann, y simpatizante de la causa sionista- para que la transmitiera a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda* que, a su vez, se suponía que lo comunicaría a la Organización Sionista Mundial.

Foreign Office,
2 de noviembre de 1917.
Estimado lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.
Obsérvese que la Declaración Balfour no es enviada directamente a su destinatario, sino que, a través
Lord Balfour
de unos circunloquios típicamente diplomáticos, intenta llegar a un destinatario final que, obviamente, termine por influir sobre un grupo de presión... que, como veremos, no queda claro.

Para comprender esta cuestión, es necesario comprender que, en la historia de Oriente Medio, no existe una cosa como "buenos=cristianos, contra Malos=musulmanes", o viceversa... o cualquiera de las variaciones que puedan derivarse de cualquier conflicto religioso.
  • Por ejemplo, desde 1840, el Imperio Británico -ante reiteradas peticiones de los sultanes Mahmut II y su hijo Abdulmayid I* - tomó la defensa, con la ayuda de otras potencias europeas, del Imperio Otomano contra Mehmet Ali Pasha* (también conocido como Muhammad Alí), fundador del Egipto moderno. 
  • Mehmet Alí fundó una dinastía de Gobernadores (valíes) de Egipto, nominalmente sujetos al Sultán otomano, Su nieto, Ismail Pasha, fue destituido por el Sultán Otomano Abdul Hamid II* en 1879 por su mala administración (léase sus costosas empresas militares, que le llevaron a endeudarse con todo el mundo) (1); aunque, para derrocarlo en 1882, Abdul Hamid II necesitó el apoyo militar europeo -porque los otomanos no podían, militar ni económicamente, llevar a cabo una expedición contra Egipto- lo que dio lugar a la ocupación británica del país.
  • Ciñéndonos a Palestina, durante el siglo XIX, tras la pacificación de las relaciones entre el Imperio Turco y los países europeos, se permiten frecuentes expediciones de europeos a Tierra Santa, muchos con intención de viajar y descubrir Palestina a sus compatriotas, en demasiadas ocasiones con fines comerciales; otros viajeros tienen fines espirituales, buscando las huellas de Jesús de Nazareth en Belén, Jerusalén, Nazareth, etc. Curiosamente, las potencias europeas defienden más a los que comparten su fe, incluso entrando en conflicto con otros cristianos (Rusia defiende a las Iglesias Ortodoxas, Francia a los católicos, Alemania y Reino Unido a los protestantes) hasta el punto de que, muchas veces, los gobernantes turcos deben mediar en sangrientas querellas entre cristianos.
  • Aunque los turcos son relativamente tolerantes, lo son más con aquellos grupos que tienen detrás un poder militar (representado por un cónsul o embajador) como los rusos, franceses, alemanes, austriacos o ingleses. Los judíos que llegan a Palestina por entonces (hasta 1880, aproximadamente) son súbditos de sus respectivos países y son bien tratados; pero tampoco es que se identifiquen con los judíos que -descendientes de aquellos que no huyeron de las persecuciones- han permanecido en Safed, Jerusalén, etc, sufriendo periódicos pogroms y persecuciones que asumen como una prueba de YHWH o Yahveh.
  • Pero a partir de 1880 aparecen grupos de inmigrantes judíos (Primera Alliyah, de 1882 a 1903, y Segunda Aliyah, de 1903 a 1914) provenientes sobre todo de Rusia (donde han sufrido una persecución terriblemente cruel por parte de la policía zarista) que, con autorización de los otomanos, compran tierras anteriormente baldías a los effendis árabes -gracias a los fondos proporcionados por filántropos judíos ingleses, de EEUU, alemanes, etc-, las cultivan y las hacen autosuficientes. Por supuesto, eso causa una ola de xenofobia en el país que los propios effendis que han vendido tierras a los judíos se ocupan de atizar (2).
  • En 1917 Palestina, poblada mayoritariamente por árabes y turcos, pero con minorías de judíos, drusos, rusos, circasianos, europeos, está en el centro de un campo de batalla entre británicos, desde Egipto, y Turcos, desde el Norte. No es posible prever lo que pasará tres décadas después; y menos que nadie, lo pueden anticipar los políticos ingleses que darán a luz la Declaración Balfour. 
Así, las motivaciones tras la Declaración Balfour son mucho más complejas que lo que se deriva de la simple observación de las campañas militares, o del típico recurso al "Poder Judío" (aunque, como veremos, la sobreestimación por parte de los británicos de la influencia judía jugó su parte en la Declaración Balfour). Efectivamente, los argumentos que manejaban los británicos (3) eran:
  • Aunque EEUU había declarado la guerra a los Imperios Centrales en Abril de 1917, hasta Noviembre no entraron sus unidades en acción, sufriendo sus primeras bajas. El Gobierno Británico sospechaba que el Presidente Wilson intentaba evitar que su país se involucrase a fondo en la guerra, y que favorecía el final del conflicto mediante un compromiso ("peace without victory") antes que enviar grandes unidades militares a luchar (y posiblemente, morir) en Europa. Creyendo que los medios controlados por los judíos, y algunos círculos cercanos al Presidente, podían hacer que se decidiera por la intervención a gran escala, los británicos (según esta idea) trataron de "engatusar" a los judíos norteamericanos mediante el viejo sueño del "Hogar Judío" en Palestina. Pero las cosas no eran tan sencillas:
    • Los dos judíos que suelen citarse como "consejeros cercanos" a Wilson, Felix Frankfurter* y Louis Brandeis*, eran de origen familiar austriaco y alemán, respectivamente, y el primero de ellos se opuso fuertemente a la elección de Wilson y sentía una fuerte antipatía hacia él. Si bien es cierto que eran sionistas que apoyaban la creación de un "Hogar Nacional Judío", es más que dudoso que su influencia fuese determinante en la participación de EEUU en la guerra a gran escala, que estaba más que decidida cuando se confirmó que Alemania, pese a la entrada de los estadounidenses en la guerra, no pensaba llegar a una paz de compromiso.
    • En cambio, otros judíos ricos y poderosos como Henry Morgenthau Sr eran opuestos al sionismo. Se confirma la opinión de Balfour, citada por Lloyd George: "this movement, though opposed by a number of wealthy Jews in this country, had behind it the support of a majority of Jews, at all events in Russia and America, and possibly in other countries" ("Este proyecto, aunque muchos y muy poderosos judíos de este país [Gran Bretaña, o quizás el Imperio Británico] se opongan a él, posiblemente tienen el apoyo de una mayoría de judíos, seguramente en Rusia y América [o sea, USA], y posiblemente otros países"). Es decir: Lord Balfour reconoce que muchos de los judíos más ricos e influyentes del mundo no apoyarían la Declaración Balfour.  
  • Tras la "Revolución de Febrero" de Rusia, en 1917, el Gobierno Provisional de Kérenski* había tomado la decisión de continuar en la Gran Guerra. Sin embargo, esta medida era muy impopular entre la población; además de las tremendas pérdidas sufridas en el frente por los rusos, el gasto militar impedía la realización de reformas que exigía la población. Durante el verano de 1917, la consigna "Paz, pan y tierra" de los bolcheviques fue ganando apoyo entre el proletariado y el campesino ruso (cuyos hijos eran los que morían en la guerra) y terminaron por preocupar a los aliados occidentales, que temían que una -cada vez más probable- victoria de Lenin llevaría (como así ocurrió) a la retirada de la guerra de Rusia. Aunque los rusos peleaban mal, eran muchos, y la Gran Bretaña consideró muy preocupante la posibilidad de que Alemania pudiese volver todos sus medios empeñados en el frente del Este contra un frente occidental en el que los EEUU no hubiesen podido hacer aún acto de presencia con toda su fuerza. Sobrevalorando -otra vez- la influencia judía en un hecho histórico (4), los británicos creyeron que hacer un gesto que contentase a la "Judería Mundial", fuese lo que fuese eso, podía influir en que la Rusia zarista, democrática, o soviética, no se borrase del frente Este de la Gran Guerra. De ahí, también, que no se dirigiese la Declaración a nadie en concreto.
  • Otro argumento que pesó en la inclinación británica a atraerse las simpatías de la
    Cartel de los Veteranos Judíos de la Gran
    Guerra recordando los 12000 judíos
    muertos en combate.
    "Judería Mundial" es que, precisamente en Alemania (con mucho su enemigo más potente, hasta el punto que casi todo el esfuerzo bélico de Bulgaria, Austria-Hungría y Turquía dependía de los suministros germanos) los judíos eran, pese a su escasa presencia demográfica, una minoría integrada en la sociedad, cultivada, y -según creían los británicos- suficientemente influyente como para que favoreciesen una paz con los Imperios Centrales favorable para ellos; o, al menos, se crease una disensión entre sus enemigos que permitiese al Reino Unido obtener ventajas políticas y militares.
  • Lógicamente, también la toma de postura del Reino Unido (ojo, sobre un territorio que no dominaba, y por lo tanto, un compromiso que, por el
    Cartel de reclutamiento británico
    destinado a los judíos
    momento, no le vinculaba a nada) iba destinada a crear una corriente favorable de opinión entre los judíos británicos (ninguno de los cuales, sin embargo, iba a emigrar a Palestina) o norteamericanos, de los Dominios, etc. Pero, aunque se generó cierta simpatía y benevolencia hacia los intereses del Imperio Británico entre algunas capas sociales más desfavorecidas entre judíos y simpatizantes, también encontró enconada oposición entre muchos judíos asimilados, como Edwin Samuel Montagu que - como muchos judíos influyentes- eran partidarios de la asimilación*, porque creían que el sionismo provocaría una nueva ola de antisemitismo en sus países de adopción (Reino Unido, Francia, Alemania, etc) sin por ello lograr una nueva Patria Judía. En general, la postura pro-sionista británica, no se puede considerar que realmente supusiera un motivo importante para la Declaración Balfour.
  • Otro punto que, según algunos historiadores, jugó un papel decisivo en la Declaración Balfour es la contribución bélica a los Aliados del químico Chaim Weizmann, sionista impenitente y futuro Presidente de Israel, que consiguió un tremendo ascendente sobre el Gabinete británico gracias a lograr la síntesis de acetona (gracias a la cual se podía elaborar el explosivo cordita) a partir de la bacteria Clostridium acetobutylicum, mediante un proceso de fermentación industrial. Aunque es imposible negar la ayuda de Weizmann al esfuerzo de guerra británico -en un momento en que sus almacenes de explosivos estaban casi exhautos- y el agradecimiento del Gobierno (que le nombró Director de Laboratorios de la Royal Navy, en realidad no se sabe hasta qué punto sus esfuerzos determinaron la Declaración Balfour, pues el mismo Lloyd George declaró que  la declaración fue "una acción de propaganda" y no de "agradecimiento".
  • Otros autores apuntan que los dirigentes del Imperio Británico deseaban que, en caso de lograr el triunfo sobre el Imperio Otomano, se evitase que Palestina fuese gobernada de acuerdo a un Estatuto Internacional, que dificultaría su dominio sobre el Canal de Suez y la India. Preveían que Francia y el Vaticano presionarían en tal sentido, por lo que buscaron adelantarse a ello buscando la simpatía de los judíos...otra vez creyendo que tenían más influencia de la real. 
El texto final de la Declaración fue meditado, varias veces redactado y modificado, y finalmente aceptado* por los aliados (Francia, Italia, EEUU). Los árabes no fueron consultados sobre esta declaración, de la misma manera que se dejó al margen de las negociaciones McMahon-Husayn a los judíos, circasianos, drusos, y al resto de minorías residentes en los territorios del Imperio Otomano que los británicos pretendían disputar; incluso se mantuvo en el secreto a otros líderes árabes con quien los británicos tenían alianzas firmes, como Abdulaziz Ibn Saud del Nejd* (Tratado de Darin*, 1915), Mubarak al-Sabah de Kuwait * (1914), o Muhammad ibn Ali al-Idrisi de Asir (Mayo, 1915). Simplemente, los británicos buscaban aliados, y para ellos no dudaban en realizar los contactos y firmar pactos, seguros de que luego podrían tranquilizar a sus amigos,... sobre todo si ganaban la guerra. (5) (6) 

Finalmente, pues, la Declaración Balfour sale a la luz. Pero puntualicemos ciertas cosas:
  • En realidad, era un documento de nulo valor legal, dado que los británicos no ocupaban el territorio y no tenían ninguna autoridad sobre él. 
  • Pese a toda la propaganda árabe, no pasó de ser una mera declaración de simpatía, en la que se omite deliberadamente cualquier mención a un "Estado judío" o "País judío". Esto es, los británicos evitan comprometerse con la futura creación de una nación judía, en Oriente Medio o en cualquier otra parte.
    • Básicamente, no se trata más de lo que podríamos llamar una declaración de una "potencia colonial" europea del siglo XIX-XX sobre un territorio que puede llegar a dominar. No nos rasguemos las vestiduras: Francia, Bélgica, Holanda, España, Portugal, Alemania o Italia, actuaron así en los países de África o Asia donde pusieron su huella.
    • Pese a todo el énfasis que el Mundo Árabe ha puesto en la Declaración Balfour,  mucha más validez legal tiene el Mandato de Palestina y, por encima de todo, la Resolución 181 de la Asamblea General de las ONU, de fecha 29 de noviembre de 1947, que aprobaba el definitivo Plan de Partición, y que poseía la "legitimidad conferida por la comunidad internacional representada por las Naciones Unidas". Una votación, por cierto, en la que los británicos se abstuvieron, y los países árabes (once votos, contra cero del Yishuv) no sólo votaron en contra, sino que se manifestaron partidarios de una violencia inusitada -hasta entonces- en las recién nacidas Naciones Unidas. Quizás, por eso, siempre hacen referencia a la Declaración Balfour (meramente simbólica) mientras pasan como de puntillas sobre su  agresividad en las resoluciones de la ONU.
    • En la Declaración, se afirma, claramente, que "... no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina..."; punto sobre el cual, en la mayoría de medios de comunicación actuales, o no se hace referencia, o se comenta de paso para decir que no se cumplió. En realidad, como hemos dicho, la Declaración Balfour no tenía ninguna validad legal; por tanto sus declaraciones, por bienintencionadas que fuesen, tampoco las tenían. Acusar a los británicos de incumplimiento sobre las propuestas pro - árabes de una proposición que los propios árabes fueron los primeros en rechazar, resulta hipócrita y grotesco.
    • Más hipócrita aún resulta olvidar, como se hace continuamente. cómo continuaba la Declaracion Balfour. Porque, efectivamente, en ella se prohibía perjudicar "...los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país".  Entiéndase, nadie podía aprovechar la Declaración Balfour para expulsar, o reducir los derechos de los judíos en un país hasta elegir la emigración, o discriminar en un país a sus ciudadanos para que emigrasen. Casi nadie, actualmente, recuerda que entre 1948 y 1967 cerca de novecientos mil judíos fueron expulsados, invitados a la emigración, o empujados a buscar otros lugares de acogida.
  • Por encima de todo, la Declaración Balfour no prometía la creación de un Estado Independiente Judío, sino sólo (y no era poco para los sionistas) un "refugio", un "lugar de acogida" donde podrían encontrar autoridades benevolentes, que les trataran con justicia y equidad, conciudadanos de otras razas, con los que podrían compartir un proyecto pacífico de desarrollo y, en fin, un país en la tierra donde no estuvieran continuamente amenazados con los "pogroms" y persecuciones.
  • Ciertamente, podríamos elucubrar si los sionistas acogieron la Declaración con alborozo, pero con la idea de que, más adelante, podrían tener un estado independiente. No hay nada malo en soñar con el autogobierno. Ya hemos visto cómo los hashemitas engañaron a los británicos con un sueño de levantamiento unánime contra los turcos y, después, han querido convencer al mundo de que su deseo de un Imperio Hashemita había sido aceptado por los británicos, y no lo fue. Al menos los judíos no mintieron. No tenían grandes fuerzas, y no las ofrecieron. 
En la siguiente entrada, veremos cómo el Imperio Británico, tras la victoria en la Primera Guerra Mundial, la constitución de la Sociedad de Naciones (con el Perro del Hortelano que supuso el Presidente Wilson y los EEUU) y la asignación del Mandato de Palestina, abordó los primeros años de su dominio en la "Tierra Prometida"
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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.

**Enlaces en francés

***Enlaces en otros idiomas


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  1. Por supuesto, Reino Unido y Francia se comportaron como verdaderos usureros, aumentando la deuda cada vez que el Valí trataba de renegociarla; pero el caso es que los Poderes Europeos cristianos actuaron de consuno con el Imperio Otomano musulmán contra otros musulmanes, de la misma manera que, cuando convino, lo hicieron contra otros cristianos
  2. Y que parece sorprendente que no se reconozca en los medios pro-palestinos de hoy en día, los lemas de entonces: "los judíos nos roban las tierras"; "los judíos nos quitan los mejores trabajos", etc, son invertidos actualmente en "los inmigrantes nos"... con la diferencia de que la Comunidad Judía pagaba en buenas libras lo que compraba, en ocasiones a miembros de las familias más importantes de Palestina, como los al-Husayni*, los al-Nashashibi* o los al-Khatib.
  3. David Lloyd George, Primer Ministro del Reino Unido en 1916-1922, describió, en sus memorias (Lloyd George, David (1939). "Memoirs of the Peace Conference. II". Yale University Press. OCLC 654953981) hasta nueve argumentos para justificar la Declaración Balfour. Más o menos son los que explicamos en el contenido del artículo. En general, Lloyd George exagera la influencia judía en los diferentes gobiernos y campos de presión, y lo presenta como justificación de la decisión tomada de apoyar la Declaración Balfour.
  4. Algunos revolucionarios rusos, como Grigori Zinóviev, Lev Kámenev, Lev Trotski, eran judíos o tenían ancestros judíos. Sin embargo, como se demostró posteriormente, los judíos bolcheviques  creían, sobre todo en la lucha de clases y el internacionalismo, y eran partidarios de terminar una guerra que veían como agresora del capitalismo contra el proletariado -de hecho "el último suspiro del capitalismo", y abogaban por la unión de las clases desfavorecidas para derribar a "los dueños". No es de extrañar que la idea de los políticos de Londres de captar a los judíos bolcheviques a su causa mediante la oferta de favorecer la causa sionista -que los propios bolcheviques judíos veían con profunda antipatía- no tuviese ningún éxito
  5. Schneer, Jonathan (2010). "The Balfour Declaration: The Origins of the Arab-Israeli Conflict". Random House. ISBN 978-1-4000-6532-5. En el caso de la Declaración Balfour, estaban seguros de poder contentar a los árabes gracias a la promesa de los beneficios que los judíos traerían a sus tierras. 
  6. Desde luego, puede parecer inmoral desde nuestra perspectiva de mundo occidental del siglo XXI, pero la intención británica era, en primer lugar, defender a su país, pero también ayudar a aquellos que les apoyasen. Sobre eso, hay que tener en cuenta que los aportes a la victoria Aliada de la famosa "Gran Revuelta Árabe" fueron mínimos, mientras que los beneficios acordados a los Hashemitas excedieron, con mucho, lo invertido militarmente por los sublevados (que, en realidad, no fue nada). Comparen con los casos de generoso derramamiento de sangre, sin ir más lejos en la Primera Guerra Mundial (armenios, kurdos, o los propios judíos con la formación de la Legión Judía) o en la Segunda Guerra Mundial (exiliados republicanos españoles, comunistas y socialistas griegos, polacos, o la generosa contribución del Yishuv frente a la paupérrima de la Comunidad Palestina) que, tras una feroz resistencia contra el Eje, fueron abandonados, en muchos casos, al reparto de Europa entre los vencedores.








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