INTRODUCCIÓN
En los últimos años,
algunos de los llamados “nuevos historiadores israelíes”
o “historiadores revisionistas israelíes”, apoyándose
-supuestamente- en los archivos israelíes que desde la década de
los ochenta del siglo pasado quedaron abiertos al público, dicen
haber hallado pruebas de que la historiografía "oficial" del conflicto árabe
judío de 1947-49 está basado en mitos y engaños.
Nada hay de malo -en realidad, son muy necesarias- en las revisiones de los conceptos o hechos históricos tenidos por ciertos
hasta ahora. Siempre, claro está, que la revisión se base en el
descubrimiento de hechos nuevos, no conocidos hasta el momento, o en una nueva interpretación de hechos ya sabidos... Pero, por supuesto, sólo si la nueva
tesis se ajusta más a la verdad que la que antes creíamos cierta.
En la serie que empieza hoy, discutiremos qué hay de cierto en la acusación de que la
Agencia Judía* y el rey Abdullah de Transjordania se pusieron de
acuerdo -con la autorización del Gobierno británico- para
repartirse el territorio del Mandato de Palestina (la parte Oeste del
primitivo Mandato) que, en 1947, las Naciones Unidas habían decidido dividir en dos estados (árabe y judío) y una zona internacional.
Según ese pretendido "complot" (los conspiracionistas usan "collusion"), en el “reparto” Transjordania ocuparía lo
que se conocía como “West Bank” (grosso modo, la
Cisjordania que más adelante se anexionaría) y se comprometía a
no invadir con su ejército (la pequeña pero altamente profesional
Legión Árabe*, el mejor entrenado y mandado de todos los ejércitos
árabes) el territorio asignado por la ONU a los judíos. Se trataba,
pues, de un acuerdo de “no agresión” entre ambas partes;
en él no se hablaba de lo que ocurriría con las otras dos
territorios asignados al futuro árabe (Galilea Oeste y Gaza) ni de
lo que ocurriría en caso de que Israel no pudiese resistir al resto
de los ejércitos invasores.
Partición de Palestina (1947) |
Obsérvese que se sugiere abiertamente que con el pacto se cometió una desobediencia a
la Resolución de la ONU que decidió la Partición de Palestina, y
una agresión contra los intereses de los árabes palestinos. Y,
sorprendentemente -o quizá no tanto, si examinamos la trayectoria
política e intelectual de los “historiadores revisionistas”-
la culpabilidad se hace recaer casi exclusivamente sobre Israel, que queda convertido en el “villano” de la historia. De la verdadera agresión, la que se produjo el 15 de mayo, la de los Ejércitos árabes contra Israel, los “historiadores revisionistas” no dicen ni Pamplona.
Y es curioso, porque la cercana y segura agresión podría haber justificado un pacto a la desesperada con Abdullah aunque, en realidad, no existiera. ¿Podría alguien culpar a un Estado que, ante la inminente agresión contra sus fronteras, y carente de defensa militar por parte de las Naciones Unidas, buscase un pacto con alguno de sus agresores?
No se apresuren a responder. La respuesta es ¡Sí! Los “historiadores revisionistas” no sólo culpan a Israel por ello, sino que, ante la inexistencia de un complot semejante, se lo inventan. Lo veremos en las próximas entradas. Diversión asegurada.
Y es curioso, porque la cercana y segura agresión podría haber justificado un pacto a la desesperada con Abdullah aunque, en realidad, no existiera. ¿Podría alguien culpar a un Estado que, ante la inminente agresión contra sus fronteras, y carente de defensa militar por parte de las Naciones Unidas, buscase un pacto con alguno de sus agresores?
No se apresuren a responder. La respuesta es ¡Sí! Los “historiadores revisionistas” no sólo culpan a Israel por ello, sino que, ante la inexistencia de un complot semejante, se lo inventan. Lo veremos en las próximas entradas. Diversión asegurada.
Veremos que no se trata
de una acusación nueva. El historiador “revisionista” que
más ha defendido el pacto de no agresión transjordano-judío, Avi
Shlaim, (1), en realidad no aporta nuevos datos o documentos;
en la década de los cincuenta ya se conocieron los hechos que se
presentan, y ni siquiera la interpretación que hace Shlaim es
original: partidarios del Muftí, políticos o historiadores opuestos
a la anexión forzosa de Cisjordania a Transjordania, británicos que
sospechaban de las intenciones del rey transjordano, enemigos de
Abdullah en general, etc, ya le acusaron de connivencia con los
judíos, los británicos o ambos.
Revisaremos las pruebas
que se presentan a favor de la existencia de dicho pacto, y su valor real.
Y, finalmente,
estudiaremos -de manera muy superficial, otras entradas se ocuparán
más del asunto- si del comportamiento de los ejércitos judío y
transjordano se deduce un pacto de no agresión, u otra cosa.