En la entrada anterior veíamos cómo la Huelga General en Palestina, convocada el 21 de Abril de 1936 por los Comités Nacionales y los principales partidos políticos árabes, había evolucionado a un periodo de disturbios, con incidentes violentos contra propiedades británicas, judías, y de árabes que no secundaban la huelga.
El día 25 de Abril se formó el Alto Comité Árabe, con el Muftí de Jerusalén, Amin Al-Husayni, como presidente. Con el apoyo del clan al-Husayni*, el Muftí iba a dominar el Comité y también la Revuelta y, en general, la política árabe palestina de la primera mitad del siglo XX.
En mayo, los británicos anunciaron la formación de la Comisión Real para Palestina* -con Lord Peel* como presidente- que en Noviembre desembarcó en Palestina.
De Abril a Octubre se produjeron incidentes violentos cometidos por los extremistas árabes -partidarios del Muftí- en toda Palestina; pero el 11 de Octubre, siguiendo a un agotamiento militar y económico de los insurgentes, Amin al-Husayni pidió a los líderes árabes de los países vecinos que hicieran un llamamiento a la paz; así pudo, salvando la cara hasta cierto punto, desconvocar la huelga y la lucha armada.
LOS TRABAJOS DE LA COMISIÓN
El Alto Comité Árabe puso como pre-requisito para colaborar con la Comisión la suspensión inmediata de la inmigración judía. Pero el Gobierno británico se negó a hacerlo, hasta conocer las conclusiones de la Comisión Peel. En respuesta, el Alto Comité Árabe llamó a toda la comunidad árabe a boicotear los trabajos de la Comisión, aunque -por el momento- sin reanudar la lucha armada. Pero los árabes habían medido mal sus fuerzas. Los comisionados reunieron pruebas, documentos, y declaraciones de la Administración del Mandato y del Yishuv (Comunidad judía), y anunciaron la fecha de su partida sin hacer mucho caso del boycott.
Protesta árabe en 1929. El Muftí en primer plano a la izquierda |
El Alto Comité Árabe -para entonces completamente bajo la inspiración de Amin al-Husayni- se alarmó y envió una delegación a entrevistarse urgentemente con los reyes de Iraq (Ghazi) de Iraq y Abdelaziz Ibn Saud de Arabia Saudí. Como en la Huelga General, el Muftí se encontraba en un atolladero y quería que los líderes árabes le sacaran de él. El día 5 de Enero, la delegación volvió a Palestina con una exhortación de ambos reyes para que "confiasen en la buena fe de los británicos" y aceptasen entrevistarse con la Comisión Real para Palestina. Al día siguiente el Alto Comité Árabe, "por unanimidad",y haciendo caso de la "exaltada petición" de los monarcas árabes, desconvocó el boycott y aceptó entrevistarse con los comisionados.
Los objetivos de la Comisión eran los siguientes:
- Averiguar las causas de los disturbios que estallaron en Abril de 1936.
- Estudiar la conducta de la Administración del Mandato de Palestina hacia ambas comunidades: árabes y judíos, según las obligaciones adquiridas de la Potencia Mandataria (Reino Unido).
- Juzgar si alguna de las comunidades, o ambas, tenían algún motivo legítimo de protesta sobre la Administración del Mandato.
- En caso de que los comisionados encontrasen bien fundados los motivos de agravio de alguna de las comunidades, hacer recomendaciones para eliminar los motivos de queja y, en todo caso, evitar su reaparición.
Los árabes -entre otros, testificaron Hadj Amin al-Husayni, George Antonius* o Raghib Bey al-Nashashibi*- se mostraron absolutamente contrarios a la inmigración judía y exigieron la prohibición de la venta de tierras de propiedad árabe o mandataria a los judíos. El Muftí, que declaró el 12 de Enero, reconoció a Comisión que las tierras adquiridas por los judíos los habían sido por compra* y no por la fuerza; sin embargo, argumentó que las "circunstancias económicas del país" habían obligado a los árabes a la venta de las tierras. A preguntas de Sir L. Hammond, al-Husayni reconoció que los campesinos árabes tenían menos impuestos, mejores condiciones sociales (Sanidad, Educación) y menos cargas de otro tipo (no servicio militar obligatorio) que bajo el dominio turco; sin embargo, siempre según el Muftí, los campesinos árabes preferirían volver a ser gobernados por el Imperio Otomano.
La única solución que los árabes admitían era la creación inmediata de un estado independiente árabe, en el que los judíos serían una pequeña minoría y, por supuesto, debían olvidar el "Hogar Nacional Judío". Incluso el número de judíos que por entonces residían Palestina (unos cuatrocientos mil, según la Comisión) le parecían excesivos al Muftí, que declaró que sólo permitiría quedarse en Palestina a los que ya residían allí el "año de la Ocupación británica"; o sea, 1917. El Muftí declinó aclarar cómo conseguiría que los más de trescientos mil judíos que, según él, sobraban, abandonasen el país.(1)
La Comisión conocía los antecedentes del Muftí en cuanto a su odio hacia los judíos y los disturbios que había provocado, y sospechaba que una minoría muy pequeña no estaría en condiciones de defenderse (como solía ocurrir desde hace dos mil años tanto bajo el Islam como bajo la Cristiandad). Amin al-Husayni les aseguró -al parecer, sin ironía- que los judíos en el futuro estado árabe serían bien tratados y vivirían "como siempre han sido tratados en los países árabes, con la misma libertad y derechos que cualquier otro habitante del país".
Es interesante añadir que el Muftí, al parecer, no impresionó a los comisionados por su sinceridad, En la página 141 del "Informe Final de la Comisión Real para Palestina" se dice:
No cuestionamos la sinceridad ni la humanidad de las palabras del Muftí o sus colegas, pero no podemos olvidar lo que recientemente ha ocurrido - a pesar de lo previsto en los Tratados y explícitas seguridades- a la minoría Asiria* [cristianos Asirios] en Iraq; ni podemos olvidar que la aversión de los políticos árabes por el "Hogar nacional Judío"* nunca ha sido ocultada, y que [ese odio] ha impregnado a la población árabe en su conjunto.
Ze'ev Jabotinsky ante la Comisión Peel |
Por parte de los judíos, también se escuchó a los líderes de sus principales tendencias: el revisionista Ze'ev Jabontinsky pidió un Estado Judío con mayoría judía en ambas orillas del Jordán, capaz de salvar a "millones de judíos" de la muerte., El veterano dirigente sionista Jaim Weizmann (que había negociado* con el emir -luego rey- Faisal durante los años veinte la posibilidad de construir una patria judía al lado de una Arabia independiente) hizo una encendida defensa de la inmigración judía; pero también aseguró que la paz con los árabes era posible y que la amistad árabe-judía traería grandes beneficios para ambos pueblos.(2).
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN
Las conclusiones de la Comisión Peel -publicadas el 7 de Julio de 1937- fueron:
Las conclusiones de la Comisión Peel -publicadas el 7 de Julio de 1937- fueron:
- Las causas de la revuelta fueron:
- El deseo de los árabes por la independencia nacional.
- El antagonismo de los árabes hacia el establecimiento del hogar nacional judío en Palestina; junto con el miedo a que los judíos llegasen a constituir una mayoría demográfica, que llegase a dominar políticamente el país.
- El efecto sobre la opinión árabe de la consecución de la independencia -o una amplia autonomía- en Iraq, Transjordania, Egipto, Siria y el Líbano.
- El flujo de inmigrantes judíos que, intentando escapar de Europa Central y Oriental, amenazaba inundar Palestina.
- Desigualdad de oportunidades -según percepción de los árabes- para árabes y judíos en el trato de la Administración británica.
- Alarma árabe ante la compra de tierras árabes por los judíos -aunque, en realidad, eran los propios notables árabes quienes las vendían, incluso algunos del clan al-Husayni- y la sustitución de arrendatarios árabes por colonos judíos.
- Preocupación ante el "modernismo" del nacionalismo judío, que chocaba con la sociedad árabe, más tradicionalista.
- La ambigüedad de la Potencia Mandataria, que nunca había renunciado a la encomienda que había recibido por parte de la Sociedad de Naciones de crear un "Hogar nacional Judío", pero había mostrado una actitud conciliatoria hacia la comunidad árabe, lo que se interpretó por éstos como deseo de los británicos de suspender la Declaración Balfour.
- Aunque la comunidad árabe se había beneficiado económicamente de la inmigración judía, los efectos no habían sido conciliatorios; al contrario, había aumentado el odio hacia los judíos.
- El Gobierno del Mandato había desarrollado sus tareas bajo una presión extrema enfrentándose a circunstancias muy difíciles, y en condiciones de trabajo a veces contradictorias.(3)
- Respecto a la inmigración, la política del mandato -según la Comisión- había sido puesta en marcha completamente, aunque los resultados habían sido totalmente insatisfactorios para ambas partes. Especialmente interesante me parece el reconocimiento de la Comisión de que existía un problema de inmigración ilegal de los árabes de países circundantes (Siria, Líbano, etc) a Palestina. Supuestamente era un problema estacional, y ligado a a las cosechas, pero como no existen registros, nadie lo sabe:
"como los árabes no pasan los controles fronterizos, no se encuentran registros de la inmigración de los árabes a Palestina." (Cap X, pg 291)
¿Cuántos de los "palestinos" que llevaban allí "desde tiempo inmemorial" habían acudido -ellos o sus padres- a Palestina atraídos por las mejores condiciones de vida que podían encontrar allí? (4) ¿Cuántos de ellos formaron -y forman- parte de los "refugiados palestinos"?
La Comisión hacía recomendaciones en cada uno de los problemas detectados. Sería larguísimo exponer aquí aunque fuera sólo un resumen de ellas. Sin embargo, el punto clave de las Recomendaciones del Informe Peel radicaba en el Plan de Reparto sugerido. Sobre este asunto, las recomendaciones principales fueron:
- El Mandato de Palestina contemplaba la creación de un "Hogar Nacional Judío" y el impulso de la inmigración judía. Pero para ello se sobreentendía que la población local estuviese de acuerdo o, al menos, no se opusiese al "Hogar Nacional".
- Como no era así, el Mandato había llegado a ser ingobernable (en el sentido de que la Administración no puede llevar a cabo sus fines con Justicia y Equidad); por tanto, debe ser suprimido.
- La Comisión veía una Partición como la única solución posible al problema árabe-judío. Se crearía un "cantón" árabe y otro judío, y se establecería un sistema de Tratados entre ellos, con la nueva Potencia Mandataria (al estilo sirio* o iraquí*) y, en el caso de la parte árabe, con Transjordania.
- Debería instituirse un Mandato Permanente (por tanto, excluido de los estados árabe y judío) para Jerusalén y los Santosu Lugares, con un corredor extendiéndose hacia el Mediterraneo y Jaffa.
Partición recomendada por
la Comisión Peel - El Estado Judío tendría una extensión considerablemente menor (15% del Mandato: unos 5000 Km2, aproximadamente el tamaño de la provincia de Pontevedra); incluiría y estaría situado en Monte Carmelo, el Valle de Jezrael y Galilea, extendiéndose por la costa mediterránea hasta Be'er Tuvia* (al Sureste de Ashdod); el Estado Árabe, de tamaño mayor, recibiría Judea, Samaria y el Negev (5) y se recomendaba una federación con Transjordania.
- Dado que los judíos contribuían con más impuestos (debido a su mejor situación económica) el Área judía pagaría una subvención al Área árabe (citando también ejemplos, como la separación de Birmania* de la India británica en 1937 o Sind* de Bombay en 1936).
- Para que se llegase a aplicar las soluciones recomendadas, se necesitaría asistencia económica británica de unas dos millones de libras esterlinas (£2.000.000) al Estado árabe.
- Se recomendaba un intercambio de población entre el futuro estado árabe y judío. La Comisión citaba también antecedentes: el intercambio greco-turco de 1922*. Se calculaba que unos 225.000 árabes se desplazarían, por 1250 judíos en el otro sentido.
Al abrir el capítulo XXIII: "Conclusión", la Comisión Peel citaba un proverbio inglés: "Media hogaza es mejor que no tener pan"; en palabras proféticas, se hacía referencia a que era un plan que no iba a gustar a nadie -como así fue- pero para los palestinos hubiera sido mejor haber aceptado. Era mucho más de lo que nadie les ha ofrecido nunca.
REACCIONES
Los árabes rechazaron las recomendaciones del Informe Peel unánimemente. Tanto el Partido Árabe Palestino* del clan al-Husseini como el Partido de Defensa Nacional*, del clan Nashabishi, el Partido del Congreso de la Juventud*, el Partido por la Independencia o Istiqlal*, el Bloque Nacional* o el Partido Reformista* de Husayn Al-Khalidi* denunciaron las propuestas del Informe Peel.
- La Partición, que suponía una cesión de soberanía de parte de Palestina a los judíos, era vista como una traición a los árabes.
- Aunque las posturas de muchos dirigentes árabes eran sinceras, es posible que algunas de ellas (sobre todo en la oposición al clan al-Husayni) hayan sido forzadas para no verse señalados como "traidores" y "colaboradores", como ocurriría con los miembros del clan Nashabishi cuando, en los nuevos disturbios que estaban a punto de estallar, adoptaron una postura pro-británica.
- Tras la publicación de las conclusiones de la Comisión Peel y el rotundo rechazo por parte de los líderes árabes a su Informe, se reanudaron los disturbios, en general provocados por miembros de la comunidad árabe palestina; en Agosto y Septiembre se cometieron asaltos y ataques a comunidades judías, en general esporádicos y poco sostenidos.
- La Revuelta Árabe dio un salto cualitativo y cuantitativo en su intensidad con el asesinato, el 26 de Septiembre, del Comisionado de Distrito británico para Galilea Lewis Y. Andrews*. La Revuelta entraba en una fase irreversible, ya que los británicos no podían tolerar ese desafío a su autoridad. Lo estudiaremos en una próxima entrada.
Entre los judíos hubo división de opiniones y agrias discusiones. El Vigésimo Congreso Mundial Sionista, celebrado en Zurich entre el 3 y el 16 de Agosto de 1937, debatió el Informe y las propuestas de la Comisión Peel.
- Los revisionistas de Jabotinsky y muchos líderes sionistas rechazaban la idea de una Partición, por las mismas razones que los árabes, pero a la inversa: suponía renunciar -puede que definitivamente- a parte de la "Tierra Prometida".
- Las figuras más prominentes del sionismo, Jaim Weizmann y Ben Gurion -por entonces Presidente de la Agencia Judía para Israel- aunque no estaban de acuerdo con la renuncia a parte del Mandato de Palestina (que, en 1920, fue otorgado al Reino Unido sobre un territorio que incluía la Palestina más la Transjordania de 1937) sí aceptaban "el principio" y "la lógica" de la Partición y la "transferencia" de población (6). Lo que ellos veían, y que otros líderes sionistas más intransigentes no comprendían, es que, por primera vez desde hace dos mil años, existía una verdadera posibilidad de crear un Estado Judío independiente, por diminuto que fuera, con sus fronteras, sus pasaportes, sus diplomáticos, y que esa posibilidad significaba la salvación para miles o millones de judíos de todo el mundo.
- Por otro lado, y aunque el Plan de Partición era la "estrella" del Informe, éste contenía muchas otras conclusiones y recomendaciones (el reconocimiento de la imposibilidad de entenderse con los árabes, la descarga sobre la inmigración judía de parte de las "culpas" de la violencia árabe, el pago de subvenciones al Estado Árabe, la transferencia de población entre árabes y judíos, el destino de los "Santos Lugares", etc) con las que muchos de los sionistas asistentes, aún aceptando la Partición, no estaban de acuerdo.
- La Resolución Final* del XX Congreso Sionista se consideró un triunfo del bando a favor del Informe Peel: aunque rechazaba algunas instancias del informe y de la política del gobierno británico (sobre todo las restricciones a la inmigración), y consideraba inviable el Plan de Reparto propuesto, autorizaba a la Agencia Judía a continuar las negociaciones con el Gobierno británico sobre la propuesta de un Estado Judío.
Como de costumbre, los partidarios de ambos bandos han tratado de presentar los hechos de acuerdo a su personal visión de la Historia, distorsionándolos para atraer a los lectores hacia sus puntos de vista.
- Los judíos (o los sionistas) suelen argumentar que los judíos aceptaron el Plan de Reparto de la Comisión Peel, y los árabes, no. Según su punto de vista, la comunidad árabe palestina rechazó las negociaciones y, por tanto, debe sufrir las consecuencias.
- Los árabes (así como muchos historiadores liberales occidentales y los "nuevos historiadores israelíes") dicen que la aceptación de los judíos al "Plan Peel" fue sólo fingida, y que su intención era aceptar el reparto propuesto "como un mínimo" y lograr "por cualquier medio" extender el territorio asignado.
- En realidad, ninguno de los dos bandos lleva razón del todo en lo que dice. La Comisión Peel no estaba capacitada para llegar a un acuerdo vinculante con ninguna de las partes en litigio; su misión era estudiar los disturbios, emitir un informe de las causas que podían haberlos causado, y elaborar una serie de recomendaciones para mejorar la convivencia en el Mandato de Palestina.
- Por lo tanto, la recomendación de proceder a una partición no es un Tratado Legal que, en caso de ser aceptado y firmado, obligue a su cumplimiento. La prueba es que el propio Gobierno Inglés emitirá una Declaración posterior mostrándose de acuerdo con las conclusiones (lo que significa que las podía haber rechazado) y manifestando su intención de pedir a la Sociedad de Naciones autoridad para realizar un Plan de Partición. Y también que, en Febrero de 1938, los británicos nombraron la Comisión Woodhead* para "examinar el Plan de la Comisión Peel en detalle y elaborar un Plan de Partición concreto".
- Por lo tanto, ni puede culparse a los árabes por no aceptar las recomendaciones Peel ni a Ben Gurion o Weizmann por aceptar, provisionalmente, la idea de una Partición -aunque no estuviesen de acuerdo con todo el Informe- y prepararse para una posterior negociación en la que se aclararían los puntos en discordia.
- La verdadera importancia de la diferente actitud de árabes y judíos respecto al Informe Peel no está en la aceptación o rechazo, sino en cómo tradujeron a hechos su postura:
- Los judíos, en su inmensa mayoría, aunque no asumieran muchos puntos de las Recomendaciones de la Comisión Peel, aceptaron la partición como una idea a discutir y negociar. En los años siguientes, la postura "pragmática" de aceptar un mínimo y tratar de ampliarlo por medios pacíficos, evitando la violencia si fuese posible, fue la dominante en el Yishuv.
- Los árabes, en cambio, rechazaron en bloque la mera idea de una Partición y, no sólo éso, sino que se mostraron dispuestos a evitar por todos los medios -incluida la insurrección armada o la guerra- la creación de un "Hogar Nacional Judío" soberano. Y, por desgracia, el patrón de "todo o nada", acompañada del recurso a la violencia en caso de que no se aceptase su postura, se repitió más adelante con la Partición de 1947.
Como hemos dicho, el rechazo de los árabes a las conclusiones y recomendaciones de la Comisión Peel se manifestó en un nuevo aumento de la resistencia armada a los británicos: la "Segunda Fase de la Gran Revuelta". Sin embargo, la reanudación de las hostilidades no era un resultado obligado. Durante la primera fase de la Revuelta había quedado claro que la comunidad árabe no tenía posibilidad, económica ni militar, de triunfar en una guerra prolongada. Hasta tal punto fue un fiasco la insurgencia que sus líderes tuvieron que pedir a personalidades del mundo árabe que les ayudasen a conseguir una salida honrosa. Por lo tanto, Hadj Amin al-Huseyni podría haber optado por una salida negociadora más que por la violencia. ¿Por qué no lo hizo así? En la próxima entrada lo veremos.
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***Enlaces en otros idiomas
***Enlaces en otros idiomas
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NOTAS
NOTAS
- En otras declaraciones, en árabe y ante árabes, fue más explícito, hablando de expulsión (y más adelante, de "aniquilación"). Tampoco dio una cifra exacta de los judíos "sobrantes" ante la comisión, pero él, y otros miembros del Comité, afirmaron consistentemente que sólo debía admitirse en Palestina a un 7 % de judíos como máximo, que según ellos era el porcentaje de judíos residente en 1917. Como en 1936 podrían residir en Palestina unos ochocientos mil árabes, eso significaba que Palestina podría aceptar unos 60000 judíos, según el Mufti. Otro asunto es si las cifras son correctas: En 1915 había un 12 % de judíos en Palestina, según las autoridades turcas; en 1922, tras la represión de Ahmed Jemal Pashá y la posterior vuelta de muchos judíos tras la derrota turca, había descendido; pero sólo hasta un 11 % .
- Al parecer, fue la impresión que causó el apasionado discurso de Weizmann, con llamadas a la paz y entendimiento entre árabes y judíos, lo que más alarmó a Al-Husayni y le decidió a desconvocar el boycot
- Leyendo ésto, uno no debe olvidar que se trata de británicos juzgando el trabajo de compatriotas.
- Es la tesis que presenta la escritora norteamericana Joan Peters en su "From Time Immemorial": decenas de miles, quizás más, de habitantes de Oriente Medio formaban una comunidad semierrante que cambiaba de lugar de residencia según las cosechas, las sequías, los ataques de bandidos, etc, atravesando las fronteras entre las provincias del Imperio Otomano (luego entre los Mandatos Coloniales),
- El Negev (que representaba en 1947 la mitad de las tierras atribuidas al Estado de Israel) era un desierto, prácticamente sin valor, aunque prospectivamente interesante por la capacidad de absorber inmigrantes para el estado de Israel y la posibilidad de que hubiese petróleo y minerales, y estratégicamente muy interesante para los árabes porque su posesión ofrecía continuidad del mundo árabe de África y Oriente Medio. Resulta curioso que periodistas e historiadores pro-palestinos (en España, recuerdo a Roberto Mesa, o a David Solar) lo juzguen "basura sin valor" cuando se lo ofrecieron a los árabes en 1937 e "injusticia histórica" cuando se lo adjudicaron a los judíos.
- Aunque Ben Gurion nunca lo consideró así, y su argumento no carece de lógica. Puesto que el Mandato de Palestina se extendía originariamente a ambos lados del Jordán, tan palestinas son las tierras al Este como al Oeste del río. Y no resulta ningún ultraje que pueda estimularse (ofreciendo trabajo, vivienda, tierras) que un judío o un árabe se trasladen dentro de la misma región -a veces un desplazamiento de pocos kilómetros- para homogeneizar la población.
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