INTRODUCCIÓN
En los últimos años,
algunos de los llamados “nuevos historiadores israelíes”
o “historiadores revisionistas israelíes”, apoyándose
-supuestamente- en los archivos israelíes que desde la década de
los ochenta del siglo pasado quedaron abiertos al público, dicen
haber hallado pruebas de que la historiografía "oficial" del conflicto árabe
judío de 1947-49 está basado en mitos y engaños.
Nada hay de malo -en realidad, son muy necesarias- en las revisiones de los conceptos o hechos históricos tenidos por ciertos
hasta ahora. Siempre, claro está, que la revisión se base en el
descubrimiento de hechos nuevos, no conocidos hasta el momento, o en una nueva interpretación de hechos ya sabidos... Pero, por supuesto, sólo si la nueva
tesis se ajusta más a la verdad que la que antes creíamos cierta.
En la serie que empieza hoy, discutiremos qué hay de cierto en la acusación de que la
Agencia Judía* y el rey Abdullah de Transjordania se pusieron de
acuerdo -con la autorización del Gobierno británico- para
repartirse el territorio del Mandato de Palestina (la parte Oeste del
primitivo Mandato) que, en 1947, las Naciones Unidas habían decidido dividir en dos estados (árabe y judío) y una zona internacional.
Según ese pretendido "complot" (los conspiracionistas usan "collusion"), en el “reparto” Transjordania ocuparía lo
que se conocía como “West Bank” (grosso modo, la
Cisjordania que más adelante se anexionaría) y se comprometía a
no invadir con su ejército (la pequeña pero altamente profesional
Legión Árabe*, el mejor entrenado y mandado de todos los ejércitos
árabes) el territorio asignado por la ONU a los judíos. Se trataba,
pues, de un acuerdo de “no agresión” entre ambas partes;
en él no se hablaba de lo que ocurriría con las otras dos
territorios asignados al futuro árabe (Galilea Oeste y Gaza) ni de
lo que ocurriría en caso de que Israel no pudiese resistir al resto
de los ejércitos invasores.
Partición de Palestina (1947) |
Obsérvese que se sugiere abiertamente que con el pacto se cometió una desobediencia a
la Resolución de la ONU que decidió la Partición de Palestina, y
una agresión contra los intereses de los árabes palestinos. Y,
sorprendentemente -o quizá no tanto, si examinamos la trayectoria
política e intelectual de los “historiadores revisionistas”-
la culpabilidad se hace recaer casi exclusivamente sobre Israel, que queda convertido en el “villano” de la historia. De la verdadera agresión, la que se produjo el 15 de mayo, la de los Ejércitos árabes contra Israel, los “historiadores revisionistas” no dicen ni Pamplona.
Y es curioso, porque la cercana y segura agresión podría haber justificado un pacto a la desesperada con Abdullah aunque, en realidad, no existiera. ¿Podría alguien culpar a un Estado que, ante la inminente agresión contra sus fronteras, y carente de defensa militar por parte de las Naciones Unidas, buscase un pacto con alguno de sus agresores?
No se apresuren a responder. La respuesta es ¡Sí! Los “historiadores revisionistas” no sólo culpan a Israel por ello, sino que, ante la inexistencia de un complot semejante, se lo inventan. Lo veremos en las próximas entradas. Diversión asegurada.
Y es curioso, porque la cercana y segura agresión podría haber justificado un pacto a la desesperada con Abdullah aunque, en realidad, no existiera. ¿Podría alguien culpar a un Estado que, ante la inminente agresión contra sus fronteras, y carente de defensa militar por parte de las Naciones Unidas, buscase un pacto con alguno de sus agresores?
No se apresuren a responder. La respuesta es ¡Sí! Los “historiadores revisionistas” no sólo culpan a Israel por ello, sino que, ante la inexistencia de un complot semejante, se lo inventan. Lo veremos en las próximas entradas. Diversión asegurada.
Veremos que no se trata
de una acusación nueva. El historiador “revisionista” que
más ha defendido el pacto de no agresión transjordano-judío, Avi
Shlaim, (1), en realidad no aporta nuevos datos o documentos;
en la década de los cincuenta ya se conocieron los hechos que se
presentan, y ni siquiera la interpretación que hace Shlaim es
original: partidarios del Muftí, políticos o historiadores opuestos
a la anexión forzosa de Cisjordania a Transjordania, británicos que
sospechaban de las intenciones del rey transjordano, enemigos de
Abdullah en general, etc, ya le acusaron de connivencia con los
judíos, los británicos o ambos.
Revisaremos las pruebas
que se presentan a favor de la existencia de dicho pacto, y su valor real.
Y, finalmente,
estudiaremos -de manera muy superficial, otras entradas se ocuparán
más del asunto- si del comportamiento de los ejércitos judío y
transjordano se deduce un pacto de no agresión, u otra cosa.
¿POR QUÉ ABDULLAH?
Tras la derrota de los
árabes palestinos y de los países árabes de la región, frente a
un enemigo al que odiaban y despreciaban, todo fue buscar culpables y
traidores. En realidad, no es nada nuevo; el pueblo árabe lleva
varios siglos achacando a otros sus desventuras (2) -los turcos, las
potencias colonialistas (Francia y Reino Unido), más adelante los
judíos y las potencias imperialistas (Reino Unido y EEUU), la
traición de sus dirigentes- en lugar de echar un vistazo a las
debilidades de su sociedad o los errores de sus dirigentes, y tratar
de subsanarlas.
Durante la guerra de 1948
algunos dirigentes árabes eran conscientes de las carencias
militares de sus ejércitos y de la falta de preparación de su
sociedad; pese a ello, la presión de su pueblo (“la calle”)
les "obligó" -hasta cierto punto, podríamos decir- a entrar en guerra contra el recién
creado Israel, para evitar ser tachados de traidores o cobardes por
su pueblo. De hecho, la derrota costó cara a los gobernantes del
mundo árabe. En la década siguiente a la guerra, Nuri al-Said (1958 †),
Abdullah de Transjordania (1951 †), Al-Quwatli de Siria (1948), Riad al-Soth * (1951 †) o Farouq de Egipto (1952), perdieron su puesto (año entre paréntesis); algunos incluso fueron asesinados (†).
Así que no tiene nada de
extraño que, en un ambiente tan enrarecido, lleno de suspicacias y
acusaciones, Abdullah de Transjordania -el único líder árabe que
salió con ganancias territoriales del conflicto y cuyo ejército
salió relativamente poco vapuleado- fuera el que recibiera más
acusaciones de traición y connivencia con el enemigo.
ANTECEDENTES
En 1947 todos los poderes
diplomáticos interesados en la solución del problema palestino
sabían perfectamente que Abdullah de Transjordania había puesto sus
miras en Palestina.
Desde que fue nombrado Emir de Transjordania, Abdullah soñaba con construir un gran reino hashemita anexionando Siria, Iraq, o ambos. Para eso contaba con la protección de los británicos, a quienes siempre fue fiel, a diferencia de otros dirigentes de su entorno. Los británicos habían creado, financiado y armado un pequeño pero muy bien preparado ejército, la Legión Árabe, que en 1947 se transformaría en el ejército nacional de Transjordania. Sin embargo, los británicos no estaban dispuestos a sustituir el Imperio Musulmán Otomano que habían destruido en 1918 por un Imperio Musulmán Árabe. No lo deseaban en 1916-1917 (creyesen lo que creyesen Husayn ibn Alí, el sherif de la Meca, y T.E.Lawrence). No lo permitieron en 1920, cuando en lugar de un Imperio árabe crearon varios reinos títeres para los hijos del sherif. Y, desde luego, su apoyo a Abdullah no iba a llegar hasta regalarle Siria e Iraq.
Desde que fue nombrado Emir de Transjordania, Abdullah soñaba con construir un gran reino hashemita anexionando Siria, Iraq, o ambos. Para eso contaba con la protección de los británicos, a quienes siempre fue fiel, a diferencia de otros dirigentes de su entorno. Los británicos habían creado, financiado y armado un pequeño pero muy bien preparado ejército, la Legión Árabe, que en 1947 se transformaría en el ejército nacional de Transjordania. Sin embargo, los británicos no estaban dispuestos a sustituir el Imperio Musulmán Otomano que habían destruido en 1918 por un Imperio Musulmán Árabe. No lo deseaban en 1916-1917 (creyesen lo que creyesen Husayn ibn Alí, el sherif de la Meca, y T.E.Lawrence). No lo permitieron en 1920, cuando en lugar de un Imperio árabe crearon varios reinos títeres para los hijos del sherif. Y, desde luego, su apoyo a Abdullah no iba a llegar hasta regalarle Siria e Iraq.
Tamaño comparado de ambas zonas del Mandato de Palestina primitivo |
Los hashemitas (la
familia de Abdullah) tenían un largo historial de contactos con los
judíos, cuya máxima expresión se produjo en el Acuerdo Faisal-Weizmann de 1919*, y los contactos establecidos en la Conferencia de París. El propio emir -luego rey, desde 1946- de Transjordania había
intentado en los años previos a la Segunda Guerra Mundial llegar a
un acuerdo con los sionistas: ofrecía una amplia autonomía para los
judíos dentro de un reino árabe en los que ellos serían minoría.
Como veremos, ese fue el patrón básico de lo que Abdullah estaba
dispuesto a conceder a los judíos.
Las pruebas en las que se basan los defensores de la conspiración Abdullah-Agencia Judia son, principalmente:
- Las dos reuniones del rey transjordano con Golda Meir.
- Correspondencia e informes del Foreign Office británico.
- Las memorias de Glubb Pasha*, Abdullah al-Tall*, y otros personajes.
- La supuesta inactividad de la Legión Árabe en algunos escenarios de la guerra árabe israelí de 1948-1949: Bab-al-Wed, Lydda y Ramalah, Jerusalén Oeste, etc
- La situación final tras la guerra, con los dos países claramente beneficiados territorialmente.
Naharayim, actualmente |
Los participantes en la reunión
Estuvieron presentes en la entrevista: a) por parte de Transjordania: el rey Abdullah y un grupo de consejeros, que no nos han dejado ningún relato de lo que sucedió en la reunión; b) por parte de los judíos: Golda Meir, en calidad de Presidente en funciones (4) del Departamento Político de la Agencia Judía (una especie de Ministerio de Asuntos Exteriores); Eliyahu Sasson*, Director del Departamento Árabe del Departamento Político, y Ezra Danin*, fundador y jefe de la Sección Árabe de la Haganah (espionaje militar).
Tanto Danin como Sasson, que como vemos eran expertos en asuntos árabes, redactaron sendos informes que sometieron a la Agencia Judía. Golda Meir, en cambio, no consta que hiciera ningún informe por escrito a la Agencia Judía. Su relato verbal de lo sucedido lo hizo seis meses después -el 12 de Mayo de 1948, al día siguiente de la segunda reunión con Abdullah, y dos días antes de la Declaración de Independencia- ante el Gobierno Provisional*, Como veremos, la demora en el tiempo tiene cierto interés, como la tiene que rindiera cuentas ante el Poder Ejecutivo, en lugar de sólo ante David Ben Gurión.
Golda Meir, más adelante Presidente de Israel |
Los informes escritos de Danin y Sasson
La acusación de colaboración sionistas-Abdullah es la siguiente:
"En 1947 se alcanzó un acuerdo explícito entre los hashemitas y los sionistas para repartirse Palestina tras la terminación del Mandato de Palestina. Conscientemente y deliberadamente se planeó frustrar la intención de la Comunidad Internacional, que había sido expresada a través de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en favor de crear un Estado Árabe Independiente en parte de Palestina."
Avi Shlaim, "Collusion Across the Jordan: King Abdullah, the Zionist Movement, and the Partition of Palestine"
Duras palabras. Pero... ¿qué pruebas se presentan? ¿Qué dicen los testigos? Empecemos por Danin:
"Le explicamos que nuestro asunto estaba siendo discutido en la ONU, que esperábamos que se decidiera establecer dos estados, uno árabe y otro judío, y que deseábamos hablar, ahora, sobre [establecer] un acuerdo con Él [con el rey Abdullah] basado en esas Resoluciones"
Ezra Danin; "Siha in Abdallah, 17.11.47," Central Zionist Archives, S25/4004¿Y Sasson?:
"Le respondimos que estábamos dispuestos a darle toda la asistencia [posible] dentro [del] marco [de la] Carta de las Naciones Unidas."
Sasson to Shertok, Nov. 20, 1947, Central Zionist Archives, S25/1699.Abdullah tanteó entonces a sus huéspedes ¿Qué les parecería si él, Abdullah, se anexionase las tierras que iban a ser adjudicadas -si la Partición era aprobada- a los árabes palestinos, y así se las arrebataba al enemigo común, el Muftí de Palestina?
Meir dijo, según el relato de Danin, que el único propósito de una intervención en Palestina tras el fin del Mandato debería ser "mantener la Ley y el Orden, y preservar la paz hasta que la ONU pueda establecer un gobierno en el área"
O sea, una breve operación destinada a garantizar la Ley y el Orden y permitir el establecimiento de un legítimo gobierno árabe palestino.(5)
Pero, en realidad, el rey no esperaba ningún acuerdo concreto; no podía esperarlo, puesto que la Partición ni siquiera había sido debatida y votada en la Asamblea General de la ONU. Era, como dijo el propio Abdullah, un "pensar en voz alta". En palabras de Danin:
[Abdullah] fue al grano. Insistió en que nuestra conversación debía ser vista como un ejercicio de "pensar en voz alta".
En su momento hablamos de Partición, y ahora quiero conocer su [la de Golda Meir y los agentes judíos] opinión, [sobre] un acuerdo que no me deshonre delante del Mundo Árabe cuando tenga que defenderlo.
Déjeme aprovechar esta oportunidad para sugerirles la idea, para futura consideración, de una República Hebrea, en parte de Palestina, dentro de un estado Transjordano que incluirá ambas orillas del Jordán, conmigo a su cabeza, y con la Economía, el Ejército y la Asamblea Legislativa conjuntos.
Al final [el rey] reiteró que los puntos específicos solo podrían ser discutidos tras la aprobación de la ONU de la Resolución, y dijo que deberíamos reunirnos inmediatamente [tras la votación]
Ver en Karsh, Efraim; "Rethinking the Middle East"; Frank Cass Publishers; London, 2003. Pgs 120-121
Hay varios puntos interesantes en las declaraciones del rey Abdullah; en primer lugar, desde luego, que Abdullah no considera, de ninguna manera, que de la entrevista salga ningún pacto. Es sólo una manera de hacer llegar a los judíos su oferta para "protegerles" del Muftí y de la agresión de otros países árabes (que en Noviembre de 1947, pese a la retórica agresiva del Mundo Árabe, en realidad nadie sabía si ocurriría o no).
A cambio de la "protección", al mejor estilo de Chicago, 1930, el rey pide su "tajada". Y no es pequeña: los judíos deben aceptar renunciar a su independencia, y expresamente Abdullah dice que la "República hebrea" se constituirá dentro (es decir, como súbditos más o menos autónomos) de Transjordania y, sobre todo, que la Economía, el Parlamento y el Ejército serán conjuntos. Traducido a palabras más claras:
Un punto que pasa como sin importancia, pero que tiene su "puntillo", valga la redundancia, es la referencia a un acuerdo "que no deshonre al rey ante el Mundo árabe". Lo veremos cuando tratemos del Informe Verbal de Golda Meir.
Respecto al último párrafo, evidentemente, el rey se refería a reunirse si la Resolución de la Partición era aprobada, lo que, en esos momentos, no estaba asegurado ni mucho menos. Para su aprobación, la Resolución debía recibir dos tercios de los votos emitidos, descontando las abstenciones. El resultado final fue treinta y tres a trece (con diez abstenciones). Cuatro abstenciones que hubieran votado en contra (y bien pudiera haber ocurrido) hubiesen supuesto la derrota de la Partición. Una votación preliminar- el 25 de Noviembre- que decidió presentar el plan que finalmente se aprobó ante la Asamblea General, no llegó a reunir los dos tercios que hubiesen sido necesarios (sólo requería mayoría simple). De haberse votado la Partición al día siguiente -el 26 de Noviembre- como estaba previsto, seguramente la Partición hubiera sido derrotada. (6)
En estas circunstancias, la mera conjetura de que, doce días antes de la votación, se firmase un acuerdo más o menos firme, para un eventual reparto en el caso de que se aprobase la Partición, que tan complicada se presentaba, resulta absurdo. Y no es sólo porque, como dijo Abdullah, los puntos concretos debían esperar necesariamente a un encuentro posterior, que nunca se produjo. Es que, si los agentes sionistas hubiesen dado su aprobación a un plan de reparto a espaldas de la ONU; y si tal acuerdo hubiese salido a la luz pública -es decir, si Abdullah hubiese tendido una trampa a la Agencia Judía- antes del 29 de Noviembre, el escándalo hubiese sido mayúsculo, la Partición habría sido derrotada, y posiblemente nunca hubiese habido un Estado de Israel. De modo que, aunque Golda Meir y la Agencia Judía hubiesen estado a favor con el pacto con Abdullah -y veremos que no- su única respuesta posible es un "No, gracias, Majestad", y la tesis conspiracionista queda absolutamente desacreditada.
El informe verbal de Golda Meir
A cambio de la "protección", al mejor estilo de Chicago, 1930, el rey pide su "tajada". Y no es pequeña: los judíos deben aceptar renunciar a su independencia, y expresamente Abdullah dice que la "República hebrea" se constituirá dentro (es decir, como súbditos más o menos autónomos) de Transjordania y, sobre todo, que la Economía, el Parlamento y el Ejército serán conjuntos. Traducido a palabras más claras:
- Los judíos serán desarmados y no tendrán fuerzas armadas independientes (a lo sumo podrán ingresar en el Ejército de Transjordania). Es imposible no darse cuenta de que la fantasmal "República hebrea", sin fuerzas armadas, quedaría completamente a merced de la benevolencia del rey. Su autonomía podría ser borrada de la noche a la mañana.
- La Asamblea Legislativa será conjunta. A la sazón, en 1947 aún no existían en Transjordania esas modernidades. La Asamblea Legislativa* fue creada en 1952, con carácter bicameral, y el rey nombraba (y nombra)* personalmente todos los miembros del Senado, y controlaba (y controla)* casi todos los escaños del Congreso.
- La Economía será conjunta: la capacidad económica de los judíos, mucho mayor que la de los árabes, financiará todo mi reino.
Un punto que pasa como sin importancia, pero que tiene su "puntillo", valga la redundancia, es la referencia a un acuerdo "que no deshonre al rey ante el Mundo árabe". Lo veremos cuando tratemos del Informe Verbal de Golda Meir.
Respecto al último párrafo, evidentemente, el rey se refería a reunirse si la Resolución de la Partición era aprobada, lo que, en esos momentos, no estaba asegurado ni mucho menos. Para su aprobación, la Resolución debía recibir dos tercios de los votos emitidos, descontando las abstenciones. El resultado final fue treinta y tres a trece (con diez abstenciones). Cuatro abstenciones que hubieran votado en contra (y bien pudiera haber ocurrido) hubiesen supuesto la derrota de la Partición. Una votación preliminar- el 25 de Noviembre- que decidió presentar el plan que finalmente se aprobó ante la Asamblea General, no llegó a reunir los dos tercios que hubiesen sido necesarios (sólo requería mayoría simple). De haberse votado la Partición al día siguiente -el 26 de Noviembre- como estaba previsto, seguramente la Partición hubiera sido derrotada. (6)
En estas circunstancias, la mera conjetura de que, doce días antes de la votación, se firmase un acuerdo más o menos firme, para un eventual reparto en el caso de que se aprobase la Partición, que tan complicada se presentaba, resulta absurdo. Y no es sólo porque, como dijo Abdullah, los puntos concretos debían esperar necesariamente a un encuentro posterior, que nunca se produjo. Es que, si los agentes sionistas hubiesen dado su aprobación a un plan de reparto a espaldas de la ONU; y si tal acuerdo hubiese salido a la luz pública -es decir, si Abdullah hubiese tendido una trampa a la Agencia Judía- antes del 29 de Noviembre, el escándalo hubiese sido mayúsculo, la Partición habría sido derrotada, y posiblemente nunca hubiese habido un Estado de Israel. De modo que, aunque Golda Meir y la Agencia Judía hubiesen estado a favor con el pacto con Abdullah -y veremos que no- su única respuesta posible es un "No, gracias, Majestad", y la tesis conspiracionista queda absolutamente desacreditada.
El informe verbal de Golda Meir
Pero ¿qué relato hizo la propia Golda Meir de los hechos? Veamos algunas precisiones antes de pasar a examinar las palabras de la político israelí.
Vamos ahora con algunas citas del informe verbal de Golda Meir (una cita más extensa en Kash, Efraim; "Rethinking the Middle East"; Frank Cass Publishers; London, 2003. Pgs 112-113):
Como ya hemos dicho, hubo que esperar al 12 de Mayo para que Golda Meir hiciese un informe verbal oficial de los hechos ante el Gobierno Provisional. Lo hizo al día siguiente de su segunda visita a Abdullah, que se había celebrado el día anterior en Amman. En la reunión del 11 de Mayo Golda Meir intentó, por última vez, conseguir que Transjordania no entrase en guerra. Abdullah, por última vez también, ofreció a los judíos que aceptasen su tutela como súbditos de su reino. Ninguno de los dos aceptó la propuesta del otro.(7) Pero la tardanza en informar (seis meses) y el hacerlo tras la reunión del día 11 de Mayo indican que el día 17 de Noviembre no se concretó nada importante; y que lo que se habló, en todo caso, era considerado de una importancia muy secundaria ante lo discutido el 11 de Mayo.
También tiene relevancia que el informe fuera ante el Gobierno provisional, y no simplemente ante el que sería equivalente a presidente del Ejecutivo, Ben Gurión. Porque el Yishuv (la Comunidad judía) era un embrión de estado, pero de convicciones profundamente democráticas, en el que incluso decisiones tan trascendentales como proclamar el Estado o no, no se tomaban por el parecer de un sólo hombre, sino que se sometían a votación democrática.
Avi Shlaim, y quienes opinan que el día 17 de Noviembre de 1947 Golda Meir tomó, por su cuenta -sin consultar ni informar posteriormente al Ejecutivo de la Agencia Judía- la gravísima decisión de comprometer el futuro del Estado Judío pactando con un soberano enemigo, muestran no tener ni idea de cómo se realizaba la toma de decisiones en las instituciones judías en la época del Mandato y los primeros años del Estado de Israel (hasta 1949, en que se convocan las primeras elecciones). Y como Shlaim es israelí, y es historiador, y no puede desconocer estos asuntos, debemos concluir que es deshonesto.
Meir, como ya hemos dicho, era "simplemente" Presidente en funciones -sustituyendo al titular, encarcelado en Latrún- del Departamento Político de la Agencia Judía. Como tal, no tenía capacidad -ni siquiera Moshe Sharett, el titular, hubiera podido- de llegar a acuerdos vinculantes con el Jefe de Estado de otro país. Y menos, como hemos dicho, mientras se jugaba el futuro de la Partición en la ONU. Todo lo que podía hacer - y lo hizo, aunque no sirvió de mucho- fue intentar convencer a Abdullah de que no participara con los otros países árabes en la invasión de Israel.
Vamos ahora con algunas citas del informe verbal de Golda Meir (una cita más extensa en Kash, Efraim; "Rethinking the Middle East"; Frank Cass Publishers; London, 2003. Pgs 112-113):
"...por nuestra parte le dijimos que no podíamos comprometernos a apoyar su invasión en el país [esto es, el Mandato de Palestina] porque estaríamos obligados a cumplir la Resolución de la ONU [recuérdese que la reunión tuvo lugar antes de la votación de la Resolución] que, como imaginábamos ya por entonces, abogaría por el establecimiento de dos estados en Palestina.
Le dijimos que, por lo tanto, no podíamos dar apoyo activo a la violación de dicha Resolución. Si estaba decidido, y preparado para confrontar al mundo ante un "fait accompli" [sic: "Cosa hecha"], la tradición de amistad entre nosotros debe continuar, y seguramente encontremos un vocabulario común para poder arreglar los asuntos que sean de interés para ambas partes"
En primer lugar, recordemos que Golda Meir está hablando a puerta cerrada, ante un grupo de trece personas que forman lo que constituía el Gobierno Provisional. Si hubiera habido un "pacto". ¿Por qué no decirlo claramente? ¿Por qué usar ante sus superiores un lenguaje tan oscuro?
Y, segundo, la entrevista con Abdullah se celebra entre tres agentes de un pueblo que no tiene estado -judíos, además,
con la rabia que da- con un soberano oriental que, además, es su
anfitrión (la Agencia Judía es quien solicitó la entrevista, y el rey
tuvo el inaudito detalle de desplazarse de su palacio). Por lo tanto,
por muy mal que les parecieran las ideas del rey, los sionistas debían
expresarse con educación y una exquisita cortesía y era inadmisible
desairarle.
La entrevista -como todos los contactos diplomáticos, por
otro lado- se desarrolló con una mezcla de lenguaje diplomático y
regateo; sólo que, en vez de alfombras, el rey quería vender un plan de
invasión. Lo que hicieron los sionistas, firme pero cortésmente, es negar al rey su "bendición" al plan de apoderarse de la Palestina Árabe y decirle que no cuente con ellos para apoyar el ataque, ni militar ni políticamente. Eso sí; si finalmente se liaba la manta a la cabeza y el resto del mundo no intervenía con la fuerza contra él, el Estado judío no sería quien resistiese por la fuerza contra la agresión dirigida contra el Estado Árabe propuesto por la ONU. Resulta muy hipócrita condenar a Israel por una supuesta "conspiración": no era el pequeño estado recién nacido, atacado por todos los frentes y falto de amigos, quien debía tomar las armas para defender al Muftí.
Por otra parte, digan lo que quieran los "nuevos historiadores"(8), toda la documentación existente apunta a que militarmente es muy dudoso que, en 1949, Israel pudiese ocupar Cisjordania; pero, sobre todo, diplomáticamente era imposible, y así lo entendió Ben Gurión.
Continuemos con las palabras de Golda Meir:
Como ya habíamos citado antes, la oferta del rey no es la creación de un estado judío independiente, sino una "República Judía" dentro de Transjordania. Subrayemos esto: el rey no ofrece una federación entre judíos y transjordanos, sino que quiere que los judíos sean súbditos de Transjordania, bajo su reinado, con una "autonomía" muy peculiar; sin fuerzas armadas, con una Economía intervenida por la Corte, y sin Parlamento propio. Es de suponer que el rey estaba pensando en ofrecer unos pocos escaños a los judíos; en el parlamento jordano actual, por ejemplo, los circasianos tiene tres escaños, los chechenos otros tres... de ciento cincuenta. Y el rey tiene derecho al veto.
Y ¿qué significa el deseo del rey de una Partición (un acuerdo, en palabras de Danin) que no le deshonrase ante el Mundo Árabe? ¿Por qué eso tiene que preocupar a Golda Meir?
Pues, precisamente, porque es más de lo mismo. Los estados árabes, la Liga Árabe, el Muftí y los representantes de los árabes palestinos; todo el Mundo árabe, en general, habían amenazado con intervenir por la fuerza y provocar graves derramamientos de sangre, si hiciera falta, para evitar la creación de un Estado Judío independiente "ni aunque fuera del tamaño de un sello de correos".
O sea que es lógico que las palabras del rey despierten suspicacias entre los agentes sionistas: lo que está pensando el rey es, ni más ni menos, anexionarse toda Palestina (no sólo el Estado Árabe votado por la ONU doce días después) de modo que pueda presentar su acción ante el Mundo Árabe como una invasión, no contra el Muftí, sino contra el Estado Judío que, así, habría dejado de existir.
Justo lo contrario de lo que dice Shlaim
Por otra parte, digan lo que quieran los "nuevos historiadores"(8), toda la documentación existente apunta a que militarmente es muy dudoso que, en 1949, Israel pudiese ocupar Cisjordania; pero, sobre todo, diplomáticamente era imposible, y así lo entendió Ben Gurión.
Continuemos con las palabras de Golda Meir:
Durante la conversación, Él [el rey] dijo, como sin darle importancia, dos cosas que despertaron [en nosotros] cierta suspicacia, aprehensión. Pero la reunión terminó con el entendimiento de que nos volveríamos a entrevistar otra vez tras la Resolución de la ONU.Como ya hemos visto en el informe de Danin, no se concluyó nada -como no podía ser otra cosa- el 17 de Noviembre. Todo lo contrario, se emplazó a los presentes a una nueva reunión inmediatamente tras la votación de la Resolución, que no se celebró. Pero ¿cuáles eran esas dos cosas que preocuparon a Golda Meir y a los dos expertos en Asuntos Árabes?:
Las dos cosas que despertaron nuestras sospechas fueron:
- Quería saber lo que pensábamos sobre la inclusión del Estado Judío ( "La República Judía", como la llamó) dentro del Reino de Transjordania.
- Deseaba una Partición que no le deshonrase [ante el mundo árabe]
Esas dos cosas despertaron, como ya he dicho, nuestra aprehensión, y pensamos que, en su momento, discutiríamos el asunto.Si queríamos otra prueba de que no existió complot, conspiración, pacto o acuerdo en la reunión del 17 de Noviembre, aquí la tenemos. "Como sin darle importancia", como "pensando en voz alta", el rey Abdullah preguntó a sus huéspedes qué les parecería la oferta que, en realidad, constituía todo lo que estaba dispuesto a pactar con los judíos: una autonomía dentro de su reino,
Como ya habíamos citado antes, la oferta del rey no es la creación de un estado judío independiente, sino una "República Judía" dentro de Transjordania. Subrayemos esto: el rey no ofrece una federación entre judíos y transjordanos, sino que quiere que los judíos sean súbditos de Transjordania, bajo su reinado, con una "autonomía" muy peculiar; sin fuerzas armadas, con una Economía intervenida por la Corte, y sin Parlamento propio. Es de suponer que el rey estaba pensando en ofrecer unos pocos escaños a los judíos; en el parlamento jordano actual, por ejemplo, los circasianos tiene tres escaños, los chechenos otros tres... de ciento cincuenta. Y el rey tiene derecho al veto.
Y ¿qué significa el deseo del rey de una Partición (un acuerdo, en palabras de Danin) que no le deshonrase ante el Mundo Árabe? ¿Por qué eso tiene que preocupar a Golda Meir?
Pues, precisamente, porque es más de lo mismo. Los estados árabes, la Liga Árabe, el Muftí y los representantes de los árabes palestinos; todo el Mundo árabe, en general, habían amenazado con intervenir por la fuerza y provocar graves derramamientos de sangre, si hiciera falta, para evitar la creación de un Estado Judío independiente "ni aunque fuera del tamaño de un sello de correos".
O sea que es lógico que las palabras del rey despierten suspicacias entre los agentes sionistas: lo que está pensando el rey es, ni más ni menos, anexionarse toda Palestina (no sólo el Estado Árabe votado por la ONU doce días después) de modo que pueda presentar su acción ante el Mundo Árabe como una invasión, no contra el Muftí, sino contra el Estado Judío que, así, habría dejado de existir.
Justo lo contrario de lo que dice Shlaim
Otras pruebas documentales
Como hemos dicho, no hay ningún documento de la Agencia Judía, ni de la Haganah, las Fuerzas de Defensa de Israel, ni de cualquier otro organismo judío, ni anterior al 17 de Noviembre de 1947, ni posterior al 12 de Mayo de 1948, ni entre ambas fechas, que haga ni la más tenue referencia a un pacto con Abdullah para repartirse el país; cosa que, sin duda, no dejaría de existir en caso de haberse producido dicho acuerdo. En el lado jordano, no se puede examinar los documentos de la época con libertad pero, en los que se han podido examinar, en los registros militares, los movimientos de tropas, etc, tampoco se encuentran indicios de que existiese un pacto entre Transjordania y el Yishuv.
Ningún pacto de estas características se concluye, simplemente, entre dos políticos, por importantes que sean cada uno en su país. Sólo como ejemplo, el Pacto Ribbentrop-Molotov de 1939 se firmó tras minuciosas discusiones entre políticos, por supuesto, pero también comandantes militares de ambas partes. agregados comerciales, expertos en Derecho Internacional, en Relaciones con el resto de potencias europeas, Economía, etc, que no sólo concluyeron un pacto de no agresión entre ambos países, sino que el acuerdo incluía cláusulas secretas, acuerdos comerciales, intercambio de materias primas y manufacturadas, especificaba puntos de colaboración militar, maniobras conjuntas. Y, por cierto, a nadie se le ocurriría creer que el Pacto germano-soviético se firmó por una "ocurrencia" de ambos políticos, sin consultas u órdenes de Hitler o Stalin. Obviamente, un acuerdo transjordano-israelí de reparto del territorio palestino no debería ser tan complejo; pero, desde luego, es imposible que se plantease siquiera la firma del tal acuerdo sin consultas sucesivas a sus sucesivos expertos en asuntos árabes (o judíos, recíprocamente); a sus fuerzas armadas, a los expertos en política internacional, etc. Y, por supuesto, a Ben Gurión y la Agencia Judía.
En cuanto a las pruebas indirectas, no sólo no las hay de un complot jordano-israelí, sino que todo señala a lo contrario: cientos de documentos muestran que existía, entre los políticos y militares judíos, una continua desconfianza hacia las intenciones de Abdullah y de las tropas transjordanas (la Legión Árabe); que los líderes sionistas mantuvieron siempre un alto nivel de suspicacia hacia las ambiciones expansionistas de Abdallah; que las tropas israelíes trataron de arrebatar Latrún a la Legión Árabe en varias ocasiones; que conquistaron Lydda y Ramle* -que, según los partidarios del "complot" habían correspondido a Abdullah en el "reparto"- para evitar un posible intento posterior de anexión por la fuerza de Jerusalén y que, durante 1948-1949, las FDI se plantearon en dos ocasiones la alternativa de atacar a las Fuerzas Egipcias o a la Legión Árabe. Al final se decidieron por la primera opción, pero no por ningún "pacto" con Transjordania, sino por hallarse los egipcios en territorio asignado a los judíos en la ONU y, por tanto, tratarse de un movimiento menos arriesgado diplomáticamente.
Por su parte, en los mismos documentos militares se muestra la opinión de los expertos de que la contención de la Legión Árabe se debía, no a ningún acuerdo ni a simpatía por los judíos, sino a temor a enfrentarse en campo abierto a los combativos judíos, a la líneas de abastecimiento excesivamente dilatadas, al temor de perder los puentes sobre el Jordán y quedar bloqueada en Cisjordania y a su carencia de municiones y repuestos a partir de la Primera Tregua*.
Además, no sólo no se encuentran en los archivos israelíes pruebas de un acuerdo con Transjordania, sino que incluso no había unanimidad entre el Gobierno de Israel sobre la conveniencia de que la parte árabe de Palestina permaneciese independiente o se uniese a Transjordania. Aunque la mayoría de los líderes sionistas veían con mejores ojos la unión con el moderado y afable Abdullah que la independencia bajo el sanguinario antisemita Amin al-Husayni, Moshe Sharett y Ben Gurión, al menos cuando Abdullah se hizo con el poder de Cisjordania, no lo veían claro:
Un Estado Árabe en Palestina Oeste [Ben Gurion y muchos sionistas de la época llamaban a Transjordania Palestina Este, como referencia al Mandato Original] es menos peligroso que un estado unido a Transjordania, y mañana... probablemente a Iraq
Ben Gurión: "Diarios de Guerra" 18 de Diciembre de 1948
Ben Gurión no muestra para nada señal de un acuerdo pasado o presente con Abdullah; no se fía de él, y cree más seguro para Israel un vecino ladrador pero poco mordedor (tras el desastre militar de los árabes palestinos) a una Transjordania con la Legión Árabe intacta, con el riesgo siempre presente de una unión hashemita Transjordania- Iraq, que la convertiría en una potencia regional. Máxime cuando -como sigue diciendo el Diario- potencias como la Unión Soviética, incluso la Liga Árabe repudian la anexión de Cisjordania por Abdullah.
En la próxima entrada veremos la tercera pata del complot: según los conspiracionistas, el Reino Unido habría dado luz verde al supuesto acuerdo (que no existió) entre el Yishuv y Transjordania
------------------------------------------------
* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
***Enlaces en otros idiomas
***Enlaces en otros idiomas
------------------------------------------------
NOTAS
NOTAS
- Avi Shlaim, "Collusion Across the Jordan: King Abdullah, the Zionist Movement, and the Partition of Palestine" (Oxford, 1988); Avi Shlaim, "The Politics of Partition: King Abdullah, the Zionists, and Palestine 1921-1951" (Oxford, 1990) (en realidad, una mera revisión resumida del anterior)
- Benny Morris, en "1948: A History of the First Arab-Israeli War" pg 399, "a lo largo de su Historia, los árabes palestinos mostraron una instintiva inclinación a culpar de todo a los demás: los Turcos, los Británicos, los EEUU, los Judíos, por cualquier problema que se presentase ". Le falta decir que los árabes -como los judíos de las rebeliones contra los romanos- tienen siempre que encontrar al Traidor, sin el cual ninguna derrota se explica.
- Meir, Golda; “My Life”; ; G. P. Putnam's Sons/ Weidenfeld & Nicolson, 1975. Pgs 189-193
- El titular, Moshe Sharett*, había sido detenido durante el "Shabbat Negro" -el 29 de Junio de 1946- en la "Operación Agatha", y permanecía encerrado en Latrún.
- Hay quien se escandaliza [falsamente] porque hubiera una segunda reunión, como si la única respuesta posible de un diplomático a un plan que no le conviene a su país es echarle a la cara un escupitajo a quien lo propone. Obviamente, los "nuevos historiadores" israelíes que se hacen así los pudibundos fingen para que sus lectores murmullen con aprobación.
- Y no se hizo gracias a "filibuterismo" parlamentario por parte de los sionistas. Véase Morris, B. "1948: A History of the First Arab-Israeli War" pg 51.
- Véase, por ejemplo, Lapierre, D & Collins, L "Oh Jerusalén" Simon & Schuster Paperbacks, 2010; Pgs 343-46
- El grupo de "nuevos historiadores" es de una incoherencia sorprendente: unos afirman que las tropas israelíes eran manifiestamente superiores a todos los países árabes juntos desde el principio (pero, claro, no explican porqué eso no resultaba tan manifiesto a los expertos militares del mundo de 1948 ni por qué Israel casi dejó de existir en el primer mes de existencia); otros, como David Tal, Ahron Bregman o Uri Milstein, defienden una especie de "opinión Arias Cañete": los árabes perdieron la guerra porque, en realidad, no tenían interés en la invasión: mandaron a sus peores tropas y sólo como farol; las fuerzas israelíes lo hicieron fatal y sólo ganaron batallas contra rivales muy débiles. Ilán Pappé, como siempre, es el más peculiar: los lunes, miércoles y viernes, los israelíes tenían una superioridad aplastante; los martes, jueves y sábados, los árabes estaban prácticamente indefensos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario