INTRODUCCIÓN
Hasta ahora creo haber demostrado que Amin al-Husayni y sus colaboradores se comprometieron a fondo con la causa del Eje; que colaboraron en labores de propaganda, de reclutamiento, recaudando fondos, organizando unidades de combatientes, y que muchos de los simpatizantes del Muftí se alistaron para combatir por Alemania. También hemos visto que el Muftí -y sus colaboradores- no apoyaron a los nazis simplemente por nacionalismo, anticolonialismo, o deseo de independencia y libertad para los países árabes, sino que una de las motivaciones más importantes, quizás la principal, sin la cual su esfuerzo no se comprende, es el odio al judaísmo -que no al sionismo- al que ven como la "fuente de todo mal"
Carta del Muftí a Von Ribbentrop |
Sabemos que, durante el verano de 1944, el Muftí dirigió cartas casi idénticas al Ministro de Asuntos Exteriores Alemán, a Rumanía, Bulgaria y Hungría para evitar que centenares de miles de judíos consiguieran escapar o fueran intercambiados por los nazis -que ya veían el final de la guerra cercano, y no precisamente como vencedores- lo que provocó que casi cuatrocientos mil judíos que pudieran haber sobrevivido acabaran en las cámaras de gas. ¿Pretendía únicamente el Muftí evitar que tras la guerra emigraran a Palestina, como afirmó en sus Memorias? ¿Por qué el Muftí cita específicamente Polonia como lugar de desvío de los judíos? ¿Sabía, acaso, el destino que les esperaba en Polonia? ¿Eran conscientes el Muftí y el círculo de árabes palestinos que le rodearon (y que estaban destinados -si hubiese triunfado su opción - a gobernar una Palestina unificada bajo Gobierno del Muftí) de los crímenes cometidos en los Campos de Concentración?
EL MUFTÍ Y EL HOLOCAUSTO
Se sabe que los alemanes, aunque destinaron inmensos recursos a la destrucción de los judíos de todo el mundo, tuvieron una considerable reticencia a expresarlo mediante órdenes escritas y claras. Los documentos suelen utilizar eufemismos para referirse al trabajo en condiciones de esclavitud y al asesinato de millones de judíos. Por ejemplo, el Protocolo de Wansee habla de "reasentamiento" o de "evacuación" de judíos, aunque más adelante Eichmann admitió que durante la conferencia se utilizaron, sin reparos, términos como "aniquilación" o "exterminio".
No se ha encontrado -hasta la fecha- ningún documento en el que Adolf Hitler ordenase expresamente el exterminio de los judíos, así como tampoco hay constancia documental de que Goebbles, Göring, u otros jerarcas nazis ordenaran la "Noche de Cristal" (la serie de pogromos y ataques combinados ocurridos en la Alemania nazi y Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 y llevado a cabo por las tropas de asalto de las SA conjuntamente con la población civil). También la "Orden de los Comisarios" que emanaba del propio Hitler, y suponía la ejecución sin juicio de todos los comisarios políticos capturados en la guerra contra la Unión Soviética -negándoles el derecho a ser tratados como Prisioneros de Guerra- partió sin firma y su autoría fue asumida por el OKH (Alto Mando del Ejército) pese a que es imposible que el impulsor fuese otro que el propio Führer.
No se trataba de pudor, ni de miedo a un posible castigo si se perdía la guerra. Simplemente, todo el mundo en Alemania "trabajaba en la dirección del Führer" Ian Kershaw, uno de los mejores biógrafos de Hitler, desarrolló esta idea a partir de un discurso que dio en 1934 un político nazi, Werner Willikens*:
Todo el que tiene la oportunidad de observarlo sabe que al Führer le resulta muy difícil ordenar desde arriba todo lo que se propone realizar. Sin embargo, todo el mundo ha trabajado mejor en su puesto en la Nueva Alemania hasta este momento si trabaja, como si dijéramos, en la dirección del Führer[...]el que trabaje correctamente en la dirección del Führer, siguiendo sus directrices y hasta su objetivo, tendrá en el futuro, al igual que antes, la suma recompensa de obtener de pronto la confirmación legal de su trabajo.
Básicamente, se estaba dando carta blanca a cometer todas las atrocidades que se necesitasen para "trabajar en la dirección del Führer". Y Hitler no tenía que perder tiempo en emitir farragosas órdenes, arbitrar entre dos opiniones dispares, o emitir nuevas leyes que enlenteciesen -desde su punto de vista- la consecución de un "Nuevo Orden". Le bastaba con nombrar a subordinados con la misma carencia de escrúpulos que él, que a su vez hacían lo mismo en sus propios feudos. Pronto, esta manera de ver las cosas llegó a toda Alemania. Por lo tanto, no es extraño que haya, a veces, una asombrosa falta de órdenes escritas en temas como asesinatos, represalias, masacres, pillajes, atropellos, etc. Hitler sólo emitía Directrices de guerra, ordenando las líneas generales de las campañas militares. De hecho, hasta que no surgieron discusiones sobre las palabras y decisiones tomadas durante las Conferencias Militares -que se celebraban dos veces a día en los diferentes Cuarteles Generales- el Führer ni siquiera se preocupaba de que se registrase taquigráficamente lo que se había dicho en esas reuniones. Tan seguro estaba de que nadie se opondría a sus deseos...
Por eso tampoco es de extrañar que no encontremos constancia escrita de que el Muftí favoreció la "Solución Final". No encontrarla es tanto más lógico, puesto que el Muftí era, ni más ni menos, un invitado extranjero en un país que funcionaba -en cuanto a las directrices a seguir, y en la esfera más alta del Gobierno- básicamente con órdenes verbales.
De hecho, si defendemos la no culpabilidad del Muftí en la "Solución Final" con el argumento de que no existen suficientes pruebas escritas de su implicación, nos enfrentaremos a una interesante paradoja:
Pasemos a la presencia, o ausencia, de testigos presenciales. El más importante es Dieter Wisliceny, hombre de confianza de Adolf Eichmann. Según varios investigadores, que tuvieron acceso a los interrogatorios de Nürenberg, Wisliceny afirmó durante que el Muftí y Eichmann habían entablado una profunda amistad; que Eichmann le habia contado al Muftí la verdad de la “Solución Final”, y que el Muftí había visitado campos de concentración, como Auschwicz, y había presenciado "una demostración".
El Muftí, en sus Memorias, declara que ni siquiera conocía a Eichmann, pero sí que está probado que tuvieron algún tipo de relación, aunque fuese superficial. Tal vez el Muftí no quería recordarla. Eichmann dijo durante su propio juicio que el Muftí no sabia nada de la”Solución Final” pero, aparte de que es posible que Eichmann mintiese (de hecho, mintió mucho durante su juicio) para dejar en buen lugar a su amigo ¿cómo sabía él que el Muftí no sabía nada a través de Himmler, por ejemplo? Y ¿por qué iba a mentir Wisliceny? Aunque es cierto que Wisliceny orientó su defensa en culpar a otros (sobre todo muertos, como Hitler, Himmler o Heydrich) o desaparecidas (Eichmann) ¿por qué inventarse unos cargos específicamente contra el Muftí, que no era un enemigo suyo?
Rudolf Kastner, representante del Comité de Ayuda y Rescate,* refiere también que Wiscileny le había comentado que el Muftí, a su juicio, "había jugado un papel esencial en el Holocausto". Pero su testimonio, como el de otros autores, también depende de las palabras de Wisliceny.(1)
Como vemos, no existe suficiente evidencia testimonial para culpar o exonerar de los cargos al Muftí. Bien es cierto que, en 1946, el Reino Unido iba asumiendo una política de conciliación para los árabes que, en el emergente conflicto israelo-palestino le llevaría a adoptar postura por quienes veía más interesantes como clientes, y la Unión Soviética y EEUU también empezaban a competir por poner a peones suyos en el tablero de ajedrez de Oriente Medio. A nadie le interesaba un juicio (menos una condena) contra el Muftí. Su fuga en Mayo de 1946 de la vigilancia francesa fue sin duda "muy provechosa" para los políticos aliados. Por lo tanto, deberíamos preguntarnos si las pruebas no existían o tampoco hubo mucho interés en buscarlas...
Varios de sus agentes fueron invitados a visitar el campo de Sachsenhausen en
Julio de 1942. Los defensores del Muftí (incluidos algunos “Nuevos
Historiadores Israelíes” y personajes de la izquierda norteamericana(2) conocidos
por sus ataques a Israel y su ambigüedad ante el terrorismo
pro-palestino) argumentan que este campo no se convirtió en campo de
exterminio hasta 1943, al año siguiente al de la visita de los agentes
del Muftí, y que se hizo una visita “especial” para mostrar lo que, entonces, debía pasar por "Centro de Reeducación". Pero, en realidad, el trato ofrecido a los prisioneros en los campos de "reeducación", como también lo fue Dachau,
era pésimo; sólo con los visitantes "especiales" como la Cruz Roja
Internacional se hacía un esfuerzo especial por mostrar un trato decente
a los internados. Y, desde luego, parece poco verosímil que los nazis
se esforzaran en convencer a los enviados del Muftí de la bondad del
régimen del campo para los judíos.
Así, por tanto, nuevamente tenemos una carencia de evidencias para culparle o exculparle. Y, desde luego, los británicos no mostraron ningún interés por su caso cuando ni siquiera le llamaron a declarar ni iniciaron ninguna investigación (lo que, tratándose de un antisemita notorio que vivió cuatro años en Alemania, participó en el esfuerzo de guerra nazi y radió cientos de consignas de odio contra los judíos, no parece tan descabellado) y desestimaron los indicios recogidos como "basura propagandística sionista".(1)
Así pues, no se recogieron (o no se buscaron) pruebas materiales suficientes para condenar al Muftí como culpable del genocidio de los judíos. Debemos preguntarnos, más bien: ¿Pudo el Muftí no estar enterado de la "Solución Final"?
De hecho, si defendemos la no culpabilidad del Muftí en la "Solución Final" con el argumento de que no existen suficientes pruebas escritas de su implicación, nos enfrentaremos a una interesante paradoja:
- Existe también una insuficiencia de pruebas escritas y verbales de que el Führer ordenó, y aún supo, del exterminio en los campos de concentración -asunto que han explotado hasta la saciedad David Irving, Robert Faurisson, etc- pero ningún historiador serio de la actualidad cree en su inocencia, debido a sus declaraciones verbales y escritas contra "el pueblo judío" y su situación de líder de la nación alemana.
- Lo mismo cabe decir de Göring o Goebbles.
- Sin embargo, muchos de esos mismos historiadores "serios" tienden a hacernos creer que el Muftí no sabía nada del Holocausto por exactamente las mismas razones que resultan inverosímiles en el caso de los jerarcas nazis -la ausencia de pruebas escritas- y pese a que el Muftí hizo muchas más declaraciones contra los judíos que el propio Führer
Pasemos a la presencia, o ausencia, de testigos presenciales. El más importante es Dieter Wisliceny, hombre de confianza de Adolf Eichmann. Según varios investigadores, que tuvieron acceso a los interrogatorios de Nürenberg, Wisliceny afirmó durante que el Muftí y Eichmann habían entablado una profunda amistad; que Eichmann le habia contado al Muftí la verdad de la “Solución Final”, y que el Muftí había visitado campos de concentración, como Auschwicz, y había presenciado "una demostración".
El Muftí fue uno de los impulsores del sistemático exterminio de la Judería Europea y fue un colaborador y consejero de Eichmann y Hitler en la ejecución de ese plan. Fue uno de los mejores amigos de Eichmann y constantemente le presionaba para acelerar las medidas de exterminio. (Interrogatorio de Dieter Wisliceny)En las actas del interrogatorio a Wisliceny ante el Tribunal no figura ninguna referencia al Muftí; sin embargo, antes de la vista oral se producían horas y horas de interrogatorios ante los investigadores de las potencias aliadas, a las que no podemos acceder. Durante la vista oral sólo se planteaban a los testigos y acusados aquellas cuestiones de las que ya se había reunido suficiente evidencia, o que resultaban de mucho interés para la acusación o la defensa. Si leemos atentamente el interrogatorio a Wisliceny, el presidente del Tribunal interviene varias veces para tratar de acotar las preguntas del Teniente Coronel Smith W. Brookhart, Jr cuando se trataba de cuestiones que -según el Presidente- podían no ser oportunas; por lo tanto, si no se le realizó ninguna pregunta sobre el Muftí no es porque Wisliceny no lo citase como "arquitecto de la Solución Final Judía" sino porque, bien no se consideró que hubiera pruebas suficientes, bien porque el Muftí en 1946 hubiera sido un "acusado muy incómodo" para las potencias aliadas, que temían disturbios en el mundo árabe.
El Muftí, en sus Memorias, declara que ni siquiera conocía a Eichmann, pero sí que está probado que tuvieron algún tipo de relación, aunque fuese superficial. Tal vez el Muftí no quería recordarla. Eichmann dijo durante su propio juicio que el Muftí no sabia nada de la”Solución Final” pero, aparte de que es posible que Eichmann mintiese (de hecho, mintió mucho durante su juicio) para dejar en buen lugar a su amigo ¿cómo sabía él que el Muftí no sabía nada a través de Himmler, por ejemplo? Y ¿por qué iba a mentir Wisliceny? Aunque es cierto que Wisliceny orientó su defensa en culpar a otros (sobre todo muertos, como Hitler, Himmler o Heydrich) o desaparecidas (Eichmann) ¿por qué inventarse unos cargos específicamente contra el Muftí, que no era un enemigo suyo?
Rudolf Kastner, representante del Comité de Ayuda y Rescate,* refiere también que Wiscileny le había comentado que el Muftí, a su juicio, "había jugado un papel esencial en el Holocausto". Pero su testimonio, como el de otros autores, también depende de las palabras de Wisliceny.(1)
Como vemos, no existe suficiente evidencia testimonial para culpar o exonerar de los cargos al Muftí. Bien es cierto que, en 1946, el Reino Unido iba asumiendo una política de conciliación para los árabes que, en el emergente conflicto israelo-palestino le llevaría a adoptar postura por quienes veía más interesantes como clientes, y la Unión Soviética y EEUU también empezaban a competir por poner a peones suyos en el tablero de ajedrez de Oriente Medio. A nadie le interesaba un juicio (menos una condena) contra el Muftí. Su fuga en Mayo de 1946 de la vigilancia francesa fue sin duda "muy provechosa" para los políticos aliados. Por lo tanto, deberíamos preguntarnos si las pruebas no existían o tampoco hubo mucho interés en buscarlas...
En
ocasiones, el Muftí hizo declaraciones en sus emisiones o discursos
públicos que sugieren, según algunos autores, que sabía que los alemanes
estaban aplicando una “Solución Final”
-en el sentido de definitiva- para los judíos. Así, por ejemplo, el
Mufttí habló, en su emisión del 21 de Septiembre de 1944, de "los once millones de judíos en el mundo".
El Muftí sabía -y lo había comentado en otras ocasiones- que en 1939
había diecisiete millones de judíos en el mundo. Es una prueba muy
tenue, cierto, porque puede tratarse de una errata del Muftí. Quizás más
significativa -si es cierta- sea una emisión de Noviembre de 1943 (la
fecha es dudosa; según los biógrafos se apunta el 2 o el 11, y hay
historiadores que niegan su existencia) en la que supuestamente dijo:
Los alemanes nunca han hecho daño a los musulmanes, y luchan contra nuestro enemigo común. Pero, sobre todo, tienen solucionado definitivamente el Problema Judío.
Como vemos, las "pruebas"
basadas en las emisiones radiofónicas apenas merecen tal nombre. Pero
no podía ser de otra manera. Dado que en los documentos oficiales los
nazis tuvieron cuidado de no citar expresamente que se estaba asesinando
a millones de personas, obviamente debería esperarse que un invitado
extranjero no se permitiese airear a los cuatro vientos los crímenes
nazis. Por lo tanto, aunque no existe en los discursos del Mufí una
confesión de su culpabilidad en la "Solución Final" ¿acaso deberíamos esperar otra cosa?
Quizás sea más interesante considerar las relaciones “de trabajo” y de amistad que entabló el Muftí con los jerarcas nazis más involucrados en el Holocausto, como Himmler y Eichmann. Recientemente se han encontrado un buen número de cartas privadas de Himmler, a su esposa entre otras personas, en las que el Reichsführer SS comenta con su esposa las visitas a los campos de concentración, la eficacia de los nuevos "métodos de trabajo", y se siente orgulloso de su labor. Himmler pensaba que lo que hacía era necesario, y no ocultaba sus crímenes -él no creía que lo fuesen- ni siquiera a su más cercana familia ¿Por qué iba a esconderlo de un amigo y colaborador, que además era un furibundo antisemita, y por tanto se alegraría de la “eficacia” en su trabajo?
Quizás sea más interesante considerar las relaciones “de trabajo” y de amistad que entabló el Muftí con los jerarcas nazis más involucrados en el Holocausto, como Himmler y Eichmann. Recientemente se han encontrado un buen número de cartas privadas de Himmler, a su esposa entre otras personas, en las que el Reichsführer SS comenta con su esposa las visitas a los campos de concentración, la eficacia de los nuevos "métodos de trabajo", y se siente orgulloso de su labor. Himmler pensaba que lo que hacía era necesario, y no ocultaba sus crímenes -él no creía que lo fuesen- ni siquiera a su más cercana familia ¿Por qué iba a esconderlo de un amigo y colaborador, que además era un furibundo antisemita, y por tanto se alegraría de la “eficacia” en su trabajo?
Himmler y el Muftí |
Así, por tanto, nuevamente tenemos una carencia de evidencias para culparle o exculparle. Y, desde luego, los británicos no mostraron ningún interés por su caso cuando ni siquiera le llamaron a declarar ni iniciaron ninguna investigación (lo que, tratándose de un antisemita notorio que vivió cuatro años en Alemania, participó en el esfuerzo de guerra nazi y radió cientos de consignas de odio contra los judíos, no parece tan descabellado) y desestimaron los indicios recogidos como "basura propagandística sionista".(1)
Así pues, no se recogieron (o no se buscaron) pruebas materiales suficientes para condenar al Muftí como culpable del genocidio de los judíos. Debemos preguntarnos, más bien: ¿Pudo el Muftí no estar enterado de la "Solución Final"?
El Muftí tenía una larga historia de antisemitismo, anterior incluso a la aparición de Hitler en la vida pública; además, apoyó el esfuerzo bélico de un país que, sin esconderlo, había perseguido a sus ciudadanos judíos, les había robado todas sus posesiones; les había expulsado de la vida social, laboral e intelectual de la comunidad alemana y, finalmente, les había hecho “desaparecer” físicamente. Supuestamente los judíos habían sido encerrados en campos donde, como mínimo, eran maltratados, sometidos a esclavitud, mal alimentados y mantenidos en unas condiciones de higiene y sanidad infrahumanas. En la práctica, ningún alemán volvía a ver a ningún vecino o conocido judío que detuviera la Gestapo, y el destino final de los judíos, su exterminio, como profetizó el Führer en su memorable discurso de Enero de 1939, era un secreto a voces.
Carta del Muftí al M. AAEE de Hungría |
Cualquier alemán o residente en Alemania sabía estos hechos; y el Muftí no era un personaje cualquiera. Se trataba de un invitado de confianza, alojado suntuosamente y subvencionado por el III Reich; un importantísimo personaje que había sido recibido por el Führer, con quien se mostró en absoluta sintonía, si no en otras cosas, al menos en la necesidad y urgencia de encontrar una “Solución al Problema Judío”; una personalidad que trabajaba para el Ministerio de Propaganda radiando discursos llamando al exterminio físico de los judíos; que había entablado una relación de amistad con varios de los jerarcas nazis, como Himmler el propio Goebbles; que había trabajado reclutando combatientes a los que arengaba en el odio al judío y que especificamente habían formado en unidades especialmente conocidas por su brutalidad contra civiles y por cometer buen número de masacres
Sólo por estos hechos resultaría una broma -si no se tratase de un genocidio tan monstruoso- pretender que el Muftí no sabía nada del genocidio que los alemanes estaban llevando acabo en toda Europa, y que -como afirmó él en sus memorias- sólo deseaba que los judíos no llegaran a Palestina.
CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
- Con las pruebas documentales y testimoniales de que disponemos actualmente resulta imposible demostrar la culpabilidad del Muftí en la construcción de la "Solución Final" para los Judíos.
- Dada la poca disposición de los aliados a buscar pruebas o a realizar una verdadera investigación sobre el asunto de su culpabilidad, tampoco creo que podamos descartar su participación en este asunto.
- En cambio, podemos asegurar que el Muftí realizó todo el esfuerzo que pudo y utilizó todos los medios a su alcance para facilitar la victoria de las Potencias del Eje.
- Asímismo, colaboró directamente al aumento del antisemitismo en los países del Eje y el mundo árabe musulmán, gracias a sus emisiones radiofónicas y sus declaraciones a los medios de comunicación; sin duda, fue uno de los inductores -como en 1920, 1929, 1936-1939 y tras la Guerra mundial- de pogroms, matanzas, y endurecimiento general de las condiciones de vida de los judíos.
- Por su posición de invitado de prestigio, en sintonía con el odio de los nazis a los judíos, y acceso en calidad de amigo a Hitler y sobre todo a Himmler, resulta inverosímil que no tuviera conocimiento de que se estaba llevando a cabo un genocidio con los judíos, aunque no colaborase directamente en la construcción del Plan.
- Por lo tanto, en mi opinión, debe considerársele responsable - en parte al menos- de colaborar en la muerte de cientos de miles de judíos, evitando que pudieran ser liberados, y con ello sellando su destino hacia las Cámaras de gas de Awschwicz
En la siguiente (y última) entrada haré unas consideraciones generales sobre el tema que nos ocupa: si el mundo árabe, y los árabes palestinos en general, fueron inocentes de los crímenes perpetrados por Occidente, y sobre todo por los nazis, y por lo tanto fueron "despojados sin culpa alguna".
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* Enlaces en inglés. Aunque mis preferencias serán siempre enlazar a información en español, aunque sea menos completa, en algunos casos la diferencia en la información ofrecida justifica enlazar a páginas en otros idiomas. Ruego disculpen las molestias.
**Enlaces en francés
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- "The Mufti of Jerusalem"; Philip Mattar, NY: Columbia University Press, 1988, Pgs. 105-107)
- Sobre todo Ilan Pappe, Noah Chomsky y Norman Finkelstein, cuya comprensión del agresivo antisemitismo del Muftí por su "amor a su patria" raya en la defensa del terrorismo y la negación del Holocausto.
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